miércoles, mayo 06, 2009

Interminablemente uno se vuelve decadente

Bueno, dejaré de hacerme el puñetero quejica. Sólo me importará el aquí y el ahora. Estar aquí ahora. Be here now, como el título de aquel disco de Oasis de agosto 1997. Nihilismo puro, duro, total y absoluto. Como afirma Calamaro, interminablemente uno se vuelve decadente.

Y hablando de Andrés, ¿qué pasará con el recital que se ha programado para Puebla el próximo domingo 24 de mayo? Tengo boletos para la primera fila. El Vive Latino (¿por qué le pusieron ese nombre al festival?) se ha postergado. Ahí iba a tocar Calamaro también. ¿Se cancelará el concierto de Puebla?

Gracias a la magia del internet me he hecho de varios discos con los que tenía una deuda histórica musical. Ya me he agenciado 31 de Pink Floyd, incluidas algunas rarezas sofisticadas, también dos discos recopilatorios que se llamaron Missing you, el Vulgar display of power de Pantera que tanto deseé en mi adolescencia, la canción Kissing a fool de George Michael. Mi nuevo iPod rebasa ya las 11 mil canciones.

Y miren ustedes, he dicho nuevo iPod porque, en efecto, este que tengo ahora ha reemplazado a mi anterior modelo clásico de 160 GB. ¿Qué ha sucedido? Nada, que lo he perdido por imbécil. Hace un mes, antes de que el planeta fuese ese lugar propicio para la aparición de los virus más raros y los mexicanos éramos entes normales y no bombas bacteriológicas andantes, al momento de salir del aparcamiento puse el aparato en el capó del coche, me subí, arranqué, escuché un ruido extraño al tomar la curva de salida, avancé, quise poner música, me percaté que no había visto el iPod en el lugar que suele ocupar, me alarmé, regresé apurado al sitio del crimen y no encontré nada entre los coches. Algún vivillo tuvo toda la suerte del mundo para encontrarse esa noche un reproductor de música en perfectas condiciones y, además, con un poco más de 10 mil canciones. Además, con una protección de acrílico.

Una semana entera le guardé luto a mi iPod. Me maldije varias veces, me reproché por ser tan soberanamente oligofrénico. También dediqué algunos recordatorios a Apple por haber sacado de catálogo a la versión de 160 GB (ahora la de mayor capacidad tiene sólo 120 GB). Pero, sobre todo, deseé lo peor al tipo o tipa que ahora goza de mi trabajo musical. Casi casi como cuando a la ex novia la miras o la imaginas con las piernas al cuello del tío que te ha sustituido.

Bueno. Después comencé a investigar precios y me di cuenta que ni en la iShop, ni en Sam's, ni en Sanborns el precio era tan competitivo como en Office Depot. Larga vida a Office Depot.

Emocionado, pero con la inocencia perdida, me hice del iPod sustituto a principios de este mes. Al principio lo veía con ciertas reservas. Hoy creo que ya ha superado a su antecesor casi en todo. Sólo recuerdo esos 40 GB que se han perdido irremediablemente en las manos de un imbécil con suerte. De las 10 mil canciones existía un respaldo de alrededor de 8 mil. Bueno, lo siento por el trabajo que tendré que dedicar a llenar ese espacio.

Sabio Calamaro cuando afirma que interminablemente uno se vuelve decadente.

2 Comments:

Blogger Efrén said...

Dudo de las pefectas condiciones en las que el antecesor a tu actual Ipod fue encontrado, digo la caída del toldo del auto tiene que afectar no?

mayo 07, 2009 3:16 p.m.  
Blogger Los Burócratas del Ritmo said...

Estimado Efrén, la carcasa de acrílico amortiguó el golpe, aunque deseo que haya quedado inutilizable (snif).

M.

mayo 07, 2009 4:48 p.m.  

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2 comentarios

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