viernes, julio 03, 2009

Libres

Las primeras horas del asueto. Siempre son extrañas. Una feliz combinación de expectativas y energía que me recuerda los días en que salíamos de clases. Todo un mundo por descubrir, por explorar, por comerse a puños en las horas por venir. Amigos, televisión, levantarse tarde, arrumbar la mochila en el rincón, olvidarse de tareas, caminar sin prisa, cenar en casa y pensar que todo podría ser para siempre.

Sin embargo, a día de hoy prefiero no hacerme falsas promesas. Que si arreglaré por fin el estudio de nuestro piso, que si el impermeabilizador impermeabilizará mi casa del pueblo, que si viajaré, que si descansaré, que si leeré todos esos libros que se acumulan en el buró, que si bajaré más música para el iPod, que si caminaré por esas calles del Centro que a veces extraño..., bueno, todo eso no me importa tanto en este momento.

Lo que tenga que pasar, pasará.