martes, diciembre 07, 2004

La forma y el fondo

Federico Reyes Heroles nunca ha sido santo de nuestra devoción. Quizás sean simples prejuicios, pero cuando lo veíamos en el programa de análisis político Primer Plano decir obviedades y regodearse de un falso intelectualismo junto a verdaderas autoridades académicas como Lorenzo Meyer o Carlos Elizondo Mayer-Serra, no quedaba otra conclusión más que, bueno, es un tipo con apellido que pesa, con ciertos dotes para acomodarse por aquí y por allá, pero no tan sólido en sus argumentaciones. Es probable que esto haya sido uno de los motivos por los que prefirió independizarse y migrar hacia Televisión Azteca para fundar E3, la versión alternativa de la mencionada en Canal 11.

Sin embargo, gran sorpresa nos hemos llevado hace unos días en su editorial del diario Reforma: al tocarle el recuerdo de su padre como servidor público y como ideólogo, el mencionado ha salido engallado y dispuesto a debatirse en un muy buen duelo verbal.

Como se recordará, hace unos días el ministro de Interiores, Santiago Creel Miranda, también llamado el "hombrecito" o el "inexistente" según varias publicaciones políticas mexicanas, hizo una mala interpretación de la clásica frase "en política, frecuentemente, la forma es fondo" para denostar a sus antecesores en el cargo, en especial a Jesús Reyes Heroles. Creel, envalentonado por ya creerse presidenciable, hizo una especie de acto de fe que suele denominarse como "patear el pesebre" y se lanzó con todo contra un adversario fallecido. Muchos medios tomaron la frase como un acto de heroísmo (de hecho, Comunicación Social de esa dependencia la puso en un boletín) y quisieron hacer ver al actual ministro como un dechado de virtudes.

En contraste, Reyes Heroles Jr. se sentó, llamó a sus asesores a analizar el discurso y, sobre todo, a preparar la respuesta escrita al ministro Creel. El resultado no es menos que casi perfecto. Una pieza narrativa de alta calidad y contundencia inusitada en un tipo como Federico. La respuesta ha sido tan coherente que aquí, en su Sexacional de Burócratas, hemos hecho lo posible para ponérsela a su alcance.

No importa que usted sea fan o no del ministro Creel. El hecho que importa es que la lea para que sienta cómo es posible debatir con cierto nivel en el país, y no sólo dar gritos y sombrerazos, tal y como suele hacerlo el patrón del funcionario que despacha por estos días en Bucareli.

Vale, aquí va...

Federico Reyes Heroles
Qué lengüita

"¿Cuál es en el hombre la mejor cosa y la peor? La lengua".
Baltasar Gracián

En esta vergonzosa historia hay, en apariencia, dos actores: uno vivo y en funciones y otro fallecido hace casi 20 años. Cualquiera con un poco de sensatez comprenderá que, en verdad, sólo hay un actor: el vivo. No deja de haber algo patológico e incluso canallesco en eso de aparentar que se discute con alguien que ya no está en este mundo para defenderse. ¡Qué fácil! Es una debilidad humana bastante común, sobre todo en los que saben que entre vivos jamás se hubiesen sentado en la misma mesa de discusión. No deja de ser también una brutal falta de educación, aunque se diga en medio de elegancias.

El vivo se refiere al desaparecido como "un antecesor mío", lo cual no deja de ser bastante mañoso. Primero supone que haber ocupado la misma silla los hace iguales. Por favor, es difícil confundir a Santa Anna y Juárez e igual se sentaron. Las diferencias están de la silla para arriba. Los puestos no hermanan, por el contrario acentúan las diferencias. Unos trascienden otros no. Segundo, el uso del "mío" es muy delatador: a) da a la expresión un sentido indebido de propiedad, b) pone como eje a quien está en funciones, lo cual denota poco sentido de la pequeñez de los hombres en un acontecer histórico, es vanidoso. Tan sencillo que era decir por ejemplo un Secretario de los años tales. Supongamos además que el sucesor del antecesor, o sea el vivo, es en teoría justamente uno de los encargados centrales de generar consensos en el país. Supongamos también que para la República no son días normales, por primera ocasión en la historia reciente el país no cuenta con una ley de ingresos y un presupuesto de egresos y ya se ha violentado el término constitucional. La ingobernabilidad merodea, lo mostró Tláhuac. No es momento para andar amarrando navajas con los interlocutores políticos obligados, atacando injustamente a uno de sus pensadores más señeros y respetados. Resulta que en una ceremonia de trámite el vivo se lanza contra el desaparecido y dice: "Estamos conscientes de que estamos (sic) cumpliendo con una misión histórica en este gobierno del cambio y de transición; un gobierno totalmente distinto, diferente a los gobiernos del pasado, no solamente en el estilo de los funcionarios, sino en el fondo".
Cuando las personas empiezan a hablar de su "misión histórica" algo anda mal. Ya no dialogan con sus coterráneos, sino con seres superiores que sí los comprenden. Muchos tiranos de derecha e izquierda, igual Hitler que Mao o Stalin, consideraban que tenían una "misión" que cumplir. Por eso nada debía detenerlos. No es gratuito que a la palabra se le den connotaciones religiosas y que por ello se denominen misiones a los sitios donde vivían los misioneros, los que tenían una encomienda divina. Los miembros de un Estado laico tienen deberes no misiones. Un servidor público puede tener un mandato popular, si es un Presidente y en su nivel un legislador. Pero el miembro de un gabinete tiene cuando más un encargo. Es un empleado del Presidente, aunque con frecuencia se les olvide. Pero en la expresión hay más todavía: el actual gobierno se distingue por el fondo y el estilo. Según la Real Academia estilo se refiere a dos acepciones al modo, a la manera, a la forma; la otra alude al uso, a la práctica, a la costumbre, a la moda. Por salud mental tomemos la primera versión, demos por bueno que estilo quiso implicar forma. Aunque no deja de haber diferencias. Hay puntos irrebatibles en la expresión del funcionario: éste es un gobierno inconfundible.


Pero vayamos al meollo: "No quedamos satisfechos -dice el vivo- con la vieja definición de un antecesor mío, que la forma es el fondo". El funcionario ni siquiera conoce bien la expresión, seguramente no la leyó. Textualmente dice: "En política frecuentemente la forma es fondo". Las diferencias no son menores. Quien la pronunció, que algo sabía de política, aseveró que en esa actividad la forma frecuentemente se convierte en fondo. No dijo que la forma sustituyese al fondo, por favor, entonces para qué utilizar dos palabras. En política en ocasiones la forma es parte del fondo, que es distinto. Por ejemplo si un Presidente en su toma de posesión comienza dirigiéndose a sus hijos en lugar de a la ciudadanía, esa ruptura de las formas toca el fondo. Lo mismo si en un Estado laico el titular del Ejecutivo en una gran ceremonia pública toma un crucifijo que le da una hija o si le besa públicamente la mano al Papa. También si un secretario de Gobernación distorsiona sonoramente a un muy sobresaliente pensador de la oposición. Brutal descuido de las formas con consecuencias en el fondo, formas que por lo visto no fueron entendidas por ese gobierno con un estilo tan distinto pero también con una interpretación tan equívoca del fondo.

Pero allí no terminó el asunto, el funcionario siguió: "Ése era un juego de palabras que bien podía haber servido para las administraciones pasadas, cuando eran los magos de las formas, los magos de esas formas simuladas, de democracia siempre a medias, de un don de lenguaje corriente (???) que no podemos asumir en esta administración". Y entonces vino el remate genial: "Aquí el fondo es fondo; servicio público, honestidad, compromiso, lealtad. No a medias, no en las formas y sí en el fondo". Lo dicho no tiene desperdicio y es dramático. Lo primero es la ignorancia, la discusión sobre la relación entre forma y fondo nació desde los diálogos de Platón, la retomó Aristóteles y de allí en adelante ha estado siempre vigente. Referirse a los juegos de palabras con desprecio habla del desconocimiento total de los conceptistas, autores como Góngora, Quevedo, Gracián, fuente de inspiración permanente de su antecesor. Es justamente en esa gran capacidad de manejo de la palabra que aparecían verdades humanas. Tomemos a Gracián, a la genial expresión el fondo es fondo quizá diría "No hay simple que no sea malicioso". Al desconocimiento sobre el "juego de palabras" quizá respondería que "No puede ser entendido quien no es entendedor". Así podría seguir ese español universal "jugando con las palabras".

Todo mundo puede cometer un error o caer en un dislate aunque, como diría Gracián, "En materia de cordura todo altibajo es fealdad", pero resulta que la dependencia ratificó en boletín las expresiones del secretario. Hay además de la basura una parte muy ofensiva de sus palabras, aquella en la cual afirma que los magos de las formas, todos antes de él en su característico simplismo, no tenían compromiso, eran desleales y deshonestos. Vaya lengüita para un secretario. Así, cómo va a haber acuerdos en México. Cuatro años lo han intentado, a pesar de todo el pasado delata su mediocridad. Por cierto del sucesor no recuerdo el nombre, creo que impulsó alguna ley de casinos. En cambio el nombre del antecesor no se me olvida: Jesús Reyes Heroles.

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