viernes, enero 21, 2005

Bañito de sangre

Tengo mi vecino que es rocker. Un buen ejemplar de la comunidad unamita de los años ochenta. Si quisiéramos describirlo en esas épocas diría: el cabello un poco crecido de la parte trasera, morral de cuero duro y resistente color café, La Jornada asomándose entre Marshall McLuhan y Jean-Paul Sartre, walkman con kct de La Camerata Rupestre o Chac-Mol, gafitas, jeans de corte recto, actitud contestaria, pero solidaria con eso que suelen llamar La Causa. No lo digo en sentido peyorativo. Sólo trato de dar una descripción.

Bueno, pero el punto está en que, un día, platicando sobre los temas coyunturales (es decir, chismeando), soltó una afirmación temeraria ante el descompuesto panorama político nacional:

Como que ya nos hace falta un bañito de sangre...

Wow. "Un bañito de sangre". Es decir, algo que haga cimbrar a la nación y fomente el espíritu de refundación. Un acto simbólico que acabe con el pasado y cree la sensación de que se marca un antes y un después. Una especie de borrón y cuenta nueva. Un imaginario colectivo que eche por la borda narcos, políticos corruptos, gobernadores transas, burócratas ineficientes, población gandalla, ambulantes evasores de impuestos, secuestradores y demás lacras sociales con el fin de dar origen a un nuevo mexicano.

Ante esto la pregunta lógica podría ser: ¿quién encabezaría tal "bañito de sangre"? No puedo imaginarme a nadie más que a los militares. Sólo ellos por sus propias capacidades y naturaleza serían capaces de hacer la revuelta con tintes nacionales. Quizás por ahí están las guerrillas, o más bien, la guerrilla de a deveras como el EPR, no la versión light del EZLN. Pero sería focalizado y segregado un posible levantamiento en su zona de influencia (Guerrero, Morelos, parte del D.F.). En contraste, los militares sí podrían abarcar en escala federal tal acontecimiento. A lo mejor los narcotraficantes, pero aún así, los militares aún pueden presumir de mayoría y solidez de logística y equipo.

Su idea ahí queda. Lo destacable es que, al menos yo, con esto ya he encontrado más personas que comienzan a divagar por ese rumbo: a lo mejor no piden el "bañito de sangre", pero sí un gobernante "con huevos", alguien que "ponga orden", o ya sin tapujos, "un dictador". Y no sólo es privilegio de la clase "pensante". Lo dice el trabajador de Pemex, el ama de casa y el ex unamita ochentero de la peña y la canción de protesta convertido en eficiente servidor público.

Pendientes.