martes, enero 25, 2005

Crónicas del desenfreno

La Crónica de Hoy, diario especializado en golpear sistemáticamente a "López" (forma peyorativa de referirse al Jefe de Gobierno del D.F.), al PRD o a todo lo que huela a "izquierda", ha presentado hoy una serie de tres artículos sobre las "noches de desenfreno" en la ciudad. Los textos, sin llegar a ser sublimes, son buenos e ilustrativos de lo que muchos sospechan, pero pocos poseen pruebas contundentes: la avanzada hacia negocios privados sexuales de alta complejidad e impacto público. Es curioso que un diario sí pueda infiltrar a sus reporteros para obtener información de primera mano, mientras que las autoridades competentes no.

Aquí va el primero de ellos, los demás se pueden consultar en su página http://www.cronica.com.mx


Noches en el DF: subasta de doncellas
( Francisco Reséndiz )


Un hombre bien vestido, de maneras educadas, subasta la virginidad de una chica de unos 14 años, como de 1.68 de estatura, piel canela. Trae pantalón blanco a la cadera y corsé de encaje. La puja arranca con tres mil pesos, pero nadie da nada.

Luego trae a una mulata de ojos verdes, no más de 17 años. Falda corta, zapatillas y blusa blanca. Se la llevan por 15 mil. Sin rubor, camina y abraza al ganador… todo ocurre en una fiesta privada, supuestamente swinger, en Noche de Paz 14, Lomas de Vista Hermosa, en Cuajimalpa.

El presentador dice llamarse Arturo. Tiene unos 45 años, barba rala y piercing en la nariz y en una ceja. Usa chamarra cara que cubre en parte dos tatuajes sobre el cuello. Escuálido y encorvado, sus ojos son verdes.

Este sujeto es la llave para que adultos adinerados se incorporen a eventos privados —que no reúnen a más de 20 personas— para presentarles a muchachas menores de edad, mexicanas y extranjeras, exhibirlas y vender su supuesta virginidad en subastas que alcanzan los 45 mil pesos.

Arturo frecuenta clubes swinger que operan clandestinamente en la ciudad de México. Durante una investigación realizada por Crónica se le ubicó en el "D' sden", de avenida Politécnico 5310, luego en "SW", en General Prim 9, y en el "Club Interswinger's", ubicado en Detroit 36 de la Nápoles.

Luego de varios contactos visuales y saludos lejanos con Arturo, una acompañante y yo nos aparecemos en esta fiesta swinger de Cuajimalpa. Es viernes en la noche y no hay vigilancia. La entrada al lujoso conjunto, con alberca y cancha de tenis, está vigilada por unos cuatro personas. Los anfitriones de una de las últimas casas de Provincial Vistahermosa dan la bienvenida a la nueva pareja.

Sin embargo, hemos tenido suerte. Para entrar había que haber hecho contacto por Internet, pagar 750 pesos con depósito bancario y esperar una invitación impresa, previa confirmación.

El escenario parece el de una película. La ropa, el lugar y el estilo de cada cual refleja que sólo hay gente adinerada. Y al entrar, las parejas se separan. Todos son muy amables. Al hombre le dan un antifaz, mientras la mujer se pierde en una habitación y sale vestida con lencería.

Es entonces que Arturo presenta la subasta. Después de la morena que no encontró comprador para su himen, y de la mulata que sí, trae otra niña, con ropa fina, sensual, no aparenta más de 15 años. No habla español. Se niega a presentarse. Arturo le habla en inglés perfecto.

La chica es rubia, con el cabello sujetado en forma de cola, se notan sus ojos color miel que enrojecen y lloran. Arturo la abofetea y ella se va corriendo. Mandan a otra. Así pasan los minutos. Algunas menores se presentan sin inhibición o al parecer drogadas, otras nerviosas y algunas más intentan huir pero no pueden. Ya tarde, quienes han ganado con pagos de entre ocho mil y 20 mil pesos simplemente ya gozan los cuerpos de las niñas que compraron. Otras parejas se intercambian.

Mientras, se me acerca una mujer de unos 35 años. Es rubia, delgada y un antifaz deja ver unos profundos ojos azules. Usa liguero y corsé, el cabello recogido y sobre sus hombros caen un par de caireles. Sin marcas, ni gordura. No cruza palabra, pero me da de beber de su copa. Intenta besarme. Me niego y ella se va sin mediar palabra.

Después viene Arturo, quien me entabla plática y bromea. La reunión sigue. Los "nuevos". O sea mi acompañante y yo, simplemente observamos sorprendidos. A nadie se le obliga a nada. En eso, Arturo me ofrece una nueva fiesta en Paseo de las Palmas. En sábado. Sin pago por entrar.

Pero Arturo sigue en sus labores de presentador. Está animado y pide a la rubia que abofeteó. Está se presenta, sonriente, y un hombre de unos 50 años la gana por 30 mil pesos. Su más duro oponente se quedó en 27 mil pesos. Se hacen de palabras y están a punto de los golpes. Arturo pide calma y ofrece a su estrella. "Si no es virgen yo les pago lo que ofrecen", propone.

Es una mujer bronceada. Parece una ejecutiva de alto nivel. Camina y se para sobre la mesa. Ahí comienza a girar. Tendrá unos 17 años, cabello largo a la cintura. Ojos verdes y facciones finas. La primera oferta se va a los 15 mil pesos. Alguien vacila y de inmediato va con 30 mil. Un joven brinca de su lugar y da 45 mil pesos que arroja a los pies de la niña. Arturo ríe y cierra la subasta. Algunos de los invitados llevan a las chicas a otras partes de la casa. Buscan un rincón que esconderse. Otros las llevan a la sala. Algunos las obligan a tener sexo oral. Un par de ellas lloran, pero no se niegan mientras comienzan a tener sexo supuestamente por primera vez. Las parejas que se dicen swinger observan y ríen.

Arturo presenta a los últimos cinco invitados a otro tanto de chicas. No son tan bonitas como las subastadas y tendrán entre 25 y 30 años. Ya son mayores, pero por sumarse a la "fiesta" piden, cada una, entre 2 mil y 3 mil pesos a los invitados.

Al no haber una participación igual a la de los demás, yo y mi pareja, (y quienes no tienen dinero para "sumarse") simplemente somos invitados a irnos. Arturo es categórico al cerrar la puerta: "No habrá más invitaciones".

Los clubes aparecen y desaparecen para evitar sanciones

La mayoría de los clubes swinger que operan en la ciudad de México lo hacen de manera clandestina. Aparecen y desaparecen constantemente. Algunos se trasladan de un lugar a otro y sólo cambian de nombre para evitar sanciones. Algunos funcionan como bares y sólo son centros de contacto de donde las parejas parten en busca de satisfacción. Entre los clubes que no permiten excesos se encuentran "Blue Bar", "SW" y "Club Interswinger's", los dos últimos ubicados en General Prim 9 y en Detroit 36 de la Nápoles.

Con base en la investigación y visitas que realizó Crónica a estos centros se constató que el algunos lugares se encuentra a gente madura, no menores de 40 años, algunos dicen ser universitarios "de amplio criterio", no se presiona ni obliga a nadie a hacer nada, pero en otros centros las cosas son diferentes. En páginas de Internet como www.mxred.com/clubintersw.htm pueden contactarse fiestas de este tipo. Dicen los que ya han asistido que algunos alquilan casas para fines de semana y las ofrecen para las reuniones. Al hacer contacto piden fotografías de la pareja. Los organizadores mandan la cuenta 6068393891 en HSBC a nombre de P. Ruiz Silvas, se confirma el depósito y se envían invitaciones personalizadas a través de un mensajero que las entrega, previa contraseña, un día antes en oficinas, cuartos de hotel o bares.

En esta dirección electrónica se ofrece respeto para integrarse al mundo swinger y "fiestas" en Acapulco, Puebla, San Miguel de Allende y el DF. Las reuniones organizadas son los viernes después de las 22:00 horas, hay barra libre, juegos eróticos, los "socios" pagan 550 pesos por pareja y los "externos 750 pesos.

Es un departamento muy amplio, con dos niveles, sobre Paseo de Las Palmas. Ahí Víctor, de saco negro, camisa de seda y pantalón gris, y Carolina, con un vestido entallado y corto, reciben a las parejas. Un trago de tequila en la puerta y la invitación para acercarse a la pequeña barra.

A simple vista se ve que los invitados tienen recursos. Algunas mujeres se separan. Entran a una habitación y, como en alguna película, salen vestidas con lencería y antifaces. Nadie dice nada. En un momento circula cocaína "de cortesía" y algunas pastillas "para elevar" .

Ya no hay parejas, cada cual deambula por la casa. Es suficiente una sonrisa para que haya contacto. Algunos más parece que hacen negocios, a lo lejos se oye que hablan de "cargamentos". Los demás ríen. Ven con recelo al extraño que los observa y piden que se vaya.

(F. Reséndiz)