viernes, febrero 25, 2005

Estilográficas

Algunos lectores nos han dicho que comparten el gusto por las plumas fuente.

Por ello, aquí hay más info...




HISTORIA DE LA PLUMA ESTILOGRÁFICA

Los comienzos

Desde que la revolución industrial permitió la fabricación en masa de plumines de metal se buscó la manera de incorporar a la pluma su propio depósito de tinta para no depender constantemente del tintero. Hasta finales del siglo XIX todos los intentos dieron como resultado instrumentos con un flujo irregular de tinta, que tan pronto dejaban de escribir como soltaban demasiada tinta con los consiguientes borrones. En 1883 Lewis Edson Waterman, un agente de seguros, patentó un sistema de alimentación que permitía un flujo controlado de tinta sobre el papel. El mecanismo equilibraba la presión dentro y fuera del depósito mediante tres fisuras en el canal alimentador, por las que el aire ascendía hasta el interior mientras la tinta salía por el plumín. Nace así la primera pluma estilográfica moderna, la Waterman's Ideal Fountain Pen.

Siguiendo con las mejoras en el flujo de tinta, en 1894 George S. Parker patentó un nuevo alimentador, curvado en su extremo y que tocaba el interior del depósito, lo que permitía que el sobrante de tinta que quedaba en el plumín después de escribir fuera atraído por capilaridad hacia dentro de la pluma, impidiendo así las típicas manchas en los dedos al desenroscar el capuchón. El sistema se denominó Lucky Curve.

La búsqueda de sistemas de autollenado


Después de asegurar un buen flujo de tinta, el problema que se planteó a los fabricantes de plumas fue el de encontrar un sistema automático adecuado para llenar de tinta la pluma, ya que hasta entonces la forma de hacerlo era mediante un cuentagotas. En 1897 Roy Conklin inventó el primer mecanismo práctico de autollenado, el denominado de media luna (Crescent filler). Para llenar la pluma se oprimía una pieza en forma de media luna que estaba unida a una barra metálica en el interior de la pluma, ésta presionaba un depósito de goma; al liberar la presión sobre el mecanismo se generaba un vacío que hacía subir la tinta hasta el depósito. El problema de este sistema era la antiestética pieza en forma de arco que sobresalía del cuerpo de la pluma.

Un sistema de autollenado más popular fue el que inventó Walter A. Sheaffer en 1907. Éste mejoró la idea de Conklin sustituyendo la pieza de media luna por una palanca que se embutía en el cuerpo de la pluma, el resto del mecanismo era muy similar, la palanca movía una barra que presionaba el depósito de goma. Este sistema fue muy utilizado, sobre todo hasta la llegada del cartucho; aún hoy se puede ver en estilográficas modernas de edición limitada.

A finales de los años 20 la firma Parker desarrolló un mecanismo de llenado denominado Vacuum-filler (llenado por vacío) que pretendía superar la limitación de espacio para la tinta que suponían el depósito de goma y las barras metálicas de los sistemas de palanca. El nuevo mecanismo llenaba de tinta el propio cuerpo de la pluma mediante el bombeo sobre un diafragma de goma. La gama de estilográficas que comenzaron a incorporar este sistema se denominó Vacumatic y fueron muy populares en los años 30.

Mientras, en Europa, Pelikan desarrollaba su primera pluma de émbolo, el modelo 100, lanzado al mercado en 1929. Este sistema "cuajó" en el viejo continente y fabricantes, sobre todo de Italia y Alemania, adoptaron para sus plumas este mecanismo que pervive hasta la actualidad.

A partir de la Segunda Guerra Mundial la necesidad de encontrar sistemas de llenado mejorados no fue tan imperiosa. Aun así, Parker desarrolló el sistema aerométrico y el de capilaridad, Sheaffer comercializó su exótico snorkel y Waterman popularizó el cartucho de tinta.

Nuevos materiales y formas

Hasta 1920 el desarrollo de la pluma había estado centrado en buscar un modelo fiable en sus detalles técnicos; si bien en ese periodo la moda había cambiado, pasando de formas rectas a plumas con extremos cónicos, y se habían realizado bellas obras artesanas con las envolturas en metales preciosos, el aspecto general de la estilográfica no había sido un factor demasiado importante. Con la difusión masiva del nuevo instrumento de escritura y la llegada de los "locos años veinte" la forma y el color pasan a ser un motivo diferenciador para los fabricantes. Parker lanza al mercado en 1922 el modelo Duofold, una pluma de gran tamaño, en un provocador color rojo-naranja y con un precio que no estaba al alcance de la mayoría. El éxito fue arrollador.
Sin embargo, las posibilidades en cuanto a color que daba la ebonita, utilizada hasta entonces en la fabricación de plumas, eran muy limitadas. Los fabricantes iniciaron la búsqueda de nuevos materiales para satisfacer esta necesidad. Tras varios intentos infructuosos, la respuesta la encontraron en los plásticos. Sheaffer introduce en el año 1924 sus primeras plumas Lifetime en celuloide, material que iba a reinar en el mundo de la estilográfica hasta la llegada del termoplástico inyectado en moldes. Los demás fabricantes se incorporarían poco a poco a esta nueva corriente, Parker lo hizo en 1926 con sus nuevas Duofold.

Las posibilidades que abrían los plásticos fueron aprovechadas para incorporar en los instrumentos de escritura las tendencias estéticas que predominaban en aquellos años. Una de las que más influencia tuvo en la forma y decoración de las nuevas plumas fue, sin duda, el Art Déco. Esta corriente artística, caracterizada por la recuperación de motivos decorativos clásicos, se puede observar en los modelos Personal Point (1929) y Doric (1931) de Wahl Eversharp, en la Omas Lucens (1932) y en la Patrician de Waterman (1929), una de las plumas con mayor empaque en la breve historia de la estilográfica.

Por su parte, Sheaffer intervino en esta guerra de las formas con la introducción en 1930 de su nueva línea Balance, pluma en forma de huso que inicia la moda de los instrumentos aerodinámicos.

En la década de los 30 la crisis económica sacude con fuerza el mercado de la escritura. La respuesta de los fabricantes invadiendo el mercado con nuevos modelos, como los señalados más arriba, sólo bastará para mantener a unos cuantos. Muchas pequeñas compañías y algunas de las grandes desaparecen o quedan tocadas: Conklin se cierra en 1938 y Chilton en 1941, Wahl Eversharp y Waterman comienzan su declive, la primera hasta su venta a Parker en 1957, la segunda hasta que su filial francesa compra la marca y la hace renacer.

La revolución absoluta: la Parker 51

Uno de problemas técnicos que habían quedado pendientes de resolver era el de conseguir una tinta que secara con rapidez. Las que existían en los años treinta secaban por evaporación, por lo que era necesario muchas veces acudir a la ayuda del secante. Parker abordó el problema desde otro enfoque, desarrollando una tinta de secado rápido que actuaba penetrando más en el papel. El problema de esta tinta era su alcalinidad, que atacaba el celuloide de la pluma y degradaba el depósito de goma. La compañía tuvo que desarrollar un cuerpo de pluma en lucite, material utilizado en los aviones B-17 de la Segunda Guerra Mundial y que no se alteraba con la nueva tinta.

El diseño de la nueva pluma, encargado al famoso artista húngaro Moholy-Nagy del movimiento Bauhaus, fue revolucionario; seguía la moda aerodinámica, con la forma de un fuselaje de avión y su plumín venía carenado para evitar que la tinta se secara en el mismo. El modelo se denominó 51, seguramente porque su desarrollo se finalizó en el año 1939, 51º aniversario de Parker, además un nombre no alfabético podía identificarse fácilmente en cualquier lengua del mundo.

El sistema de llenado de las primeras 51 fue el mismo de las Vacumatic. En 1948 se sustituyó por el aerométrico, en el que un depósito de plástico Pli-glass, contenido en un cilindro metálico abierto por un lado, podía comprimirse con los dedos al presionar sobre un fleje que llevaba adosado. Al soltar el fleje el vacío dentro del depósito hacía subir la tinta.

A pesar de que sus gastos de investigación fueron astronómicos para la época, 250.000 dólares, y sus tímidos comienzos en el mercado, la 51 captó de tal forma la atención del público que a lo largo de los años 40 la demanda excedió a la producción. El éxito fue tal que otras compañías siguieron el ejemplo de Parker lanzando al mercado estilográficas con plumín carenado, similares a la 51. Entre éstas destaca el modelo 88 (1947) de la firma italiana Aurora.

La crisis de la estilográfica: el bolígrafo

En los años 50 se produjeron los últimos intentos para mejorar la pluma estilográfica desde un punto de vista técnico. En 1952 Sheaffer lanza su sistema de llenado snorkel, en el que la tinta era aspirada al depósito a través de un pequeño tubo que salía del conjunto plumín-alimentador en el momento de la carga. La complejidad del sistema limitó su vida, siendo sustituido una década más tarde por el sistema touchdown y por el cartucho.

No tuvieron más éxito las intenciones innovadoras de Parker al desarrollar en 1956 el llenado por capilaridad para su nueva pluma 61. El sistema sólo requería introducir la unidad de carga en el tintero para que el material absorbente que había en su interior extrajera la tinta, mientras el teflón que recubría el mecanismo expulsaba el exceso de líquido de nuevo al tintero. El sistema, por desgracia, tendía a obturarse y pronto dejó de utilizarse.

Mientras la matriz americana cerraba sus fábricas, Waterman Francia (JIF-Waterman) lanzaba en 1953 su pluma C.F. (cartridge filler), en la que la tinta iba alojada en un cartucho de plástico desechable y fácil de cambiar; se rescataba la idea de Waterman, cuando en 1927 lanzó al mercado una pluma con cartucho de cristal, que fracasó por la fragilidad del material. En un mundo en el que dominaban las ideas prácticas, este sistema se popularizó, llegando a nuestros días como el método más extendido para recargar la pluma. JIF-Waterman se convertía en Waterman S.A. al adquirir todos los derechos de la marca en 1971.

Sin embargo, el declive de la estilográfica durante los años 50 y 60 no se produjo por la falta de ideas innovadoras, sino por la aparición en escena de un nuevo actor: el bolígrafo. Patentado en 1938 por el húngaro Laszlo J. Biro, el bolígrafo se hizo, lentamente al principio pero con firmeza, dueño del mercado de los instrumentos de escritura. Su fama venía avalada por su utilización en los aviones de combate aliados de la Segunda Guerra Mundial, en condiciones de presión para las que las estilográficas no estaban preparadas.

La revolución que supuso el bolígrafo obligó a muchas compañías a cerrar, como las americanas Wahl Eversharp (1957) y Waterman (1954), ya comentadas; las británicas Mabie Todd (1952) y De la Rue (1958), y las francesas Bayard (años 60), Edacoto (1958) y Stylomine (años 60). Otras prolongaron su agonía algunos años más, cesando su actividad en los 70 y 80, la inglesa Conway Stewart (1975) y la francesa Gold Starry (1980) son un par de ejemplos.

La reanimación del mercado en los años 80 y 90

En los años 80 la demanda de plumas estilográficas vuelve a reactivarse. Seguramente hay un cúmulo de factores que influyen en este cambio, pero parece que tres pueden citarse como los más importantes:
Las marcas no sólo se dan cuenta del hecho de que poseer una pluma es algo especial, sino que se dedican a destacarlo lanzando al mercado modelos que, por su precio y características, podemos denominar de lujo. Nace la moda de las ediciones limitadas y las reediciones de modelos antiguos.

El primero en comercializar ediciones limitadas fue Parker, que en una 1965 introdujo una edición especial de 4.821 ejemplares con el nombre de Parker 75 Spanish Treasure Fleet. A ésta le siguieron otras como la Parker 75 Queen Elizabeth (1970), Parker 75 Bicentennial Americana (1976), etc.

Los demás fabricantes se unen a la moda de las ediciones limitadas y reediciones; así nacen la Waterman Man 100 en edición limitada a 5000 unidades (1985); Pilot 65 (1983), que rememora las formas y adornos de los años 30; Pelikan M700 Toledo, reedición numerada de un modelo de 1934; Sheaffer Maki-E (1986), pluma realizada con la técnica de lacado japonesa; Omas CM (1988); Waterman Man 100 Bicentenario de la Revolución Francesa (1989), y un largo etcétera que ha ido en aumento hasta nuestros días.

Paralelamente a los cambios en el mercado de instrumentos de escritura y como reflejo de las tendencias de éste, se produce una concentración en el sector, de tal forma que las marcas tradicionales son absorbidas por multinacionales, en algunos casos especializadas en los objetos de lujo. Así, en 1985 se produce la compra de Montblanc por parte de la firma británica Alfred Dunhill, que ya poseía la mayoría de las acciones desde 1977; la multinacional estadounidense Gillette adquiere Parker y Waterman, esta en 1987; Bic se hace con el control de Sheaffer en el año 1997; otra de las marcas que destacan en el mercado de las ediciones de lujo, Omas, ha sido recientemente adquirida por LVMH Louis Vuitton.

Por otra parte, se asiste a un renacer de la industria italiana, que ha visto el surgimiento de nuevas marcas, como Delta (fundada en 1982) y Visconti (1988), y el incremento de actividad de las más tradicionales, Omas, Aurora y Montegrappa. Este periodo de florecimiento se apoya en:

En el aspecto técnico se pueden destacar la mejora en el sistema de alimentación que supuso en 1993 el lanzamiento del modelo Edson de Waterman con su "motor activo de tinta", sistema que permite a la pluma trabajar en entornos adversos de presión y temperatura, y el nuevo sistema de llenado High Vacuum Power Filler, desarrollado por Visconti, que permite utilizar la tinta de un depósito de reserva cuando se termina la del depósito principal.

Hoy en día, inmersos de lleno en un nuevo periodo de esplendor de la pluma, los fabricantes renuevan sus catálogos con rapidez y multiplican el número de sus ediciones limitadas, hasta tal punto que se empiezan a oír voces entre los coleccionistas expresando su malestar por la continua aparición de modelos singulares. Sin embargo, tal oferta permite, tanto al cliente asiduo como al ocasional, disponer de una amplia gama de tamaños, precios, colores, formas y materiales donde poder escoger la pluma que mejor se adapte a su mano y a su forma de escribir.