Faltan 27 días
Un lunes horrible en la ciudad o al menos para mí. De por sí el común de estos días es que son terribles. Cada quien los padece de diferentes maneras: unos no se pueden levantar, otros odian el tráfico matutino, algunos miran con desesperación la pereza con la que los relojes avanzan. En mi caso puedo agregar que, en algunas ocasiones, a esa lista de inconvenientes se suma el hecho de que aún padezco los estragos de la resaca del fin de semana. Y cuando digo resaca lo hago literalmente. Mi organismo ha perdido la capacidad de procesamiento de antaño. Hoy he comprobado que la cuota de dos días ya no es algo extraordinario, sino la constante para la recuperación. Sin embargo, hoy me siento peor. Para ilustrar la situación sólo debe agregarse un adjetivo a la resaca: moral.
En efecto, he abierto la boca de más y de manera absolutamente innecesaria, por lo cual me siento muy mal. Desde la tarde de ayer he traído esto encima. Todo se reduce a dos cuestiones: a) no joder a los otros, mucho menos cuando son tus colegas, b) es una decepción actuar así. Quizás no me entiendan lo que quiero decir, pero necesitaba ponerlo aquí por alguna razón que tampoco alcanzo a comprender del todo. Ojalá lean esto las personas involucradas y puedan percatarse, al menos, que no ha sido superficial para mí. Me pesa y lo seguirá haciendo por unos días más. Hasta que no dé la cara. Es todo por el momento.
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