Ascenso y caída de una reina
Es un tema trivial, sí, pero que debemos abordar tarde o temprano.
No tengo empacho en aceptar que, allá por los inicios de la primera década de este siglo, yo era uno de los que afirmaba con fervor que Britney Spears era casi casi como la nueva Marilyn Monroe. La chica rubia, mona, ingenua y con todo un planeta por devorarse. El objeto del deseo de toda una generación.
Claro, tenía sus defectos como esas declaraciones ridículas de que iba a llegar virgen al matrimonio y tal. Sus canciones tampoco eran un dechado de virtudes y sus poses de niña tonta, al tiempo que la hacían deseable, también la volvían agradablemente insoportable. En fin.
Pero, luego, algo pasó. Algo que ya todos sabemos o que hemos seguido en los medios porque, de un tiempo a esta parte, la Spears sólo aparece en las noticias para darnos más y más señales de decadencia: que se casó ebria en Las Vegas con un ex compañero de clase, que luego se divorció arrepentida y resacosa, que luego se volvió a casar con su bailarín, que engendró dos críos, que engordó, que se gastó una fortuna en el marido holgazán, que conducía con uno de los críos en el asiento delantero, que se rapó, que ingresó a una clínica de desintoxicación, que se escapó, que volvió a entrar, que se fue a golpes de paraguas contra una camioneta, que luego dijo que estaba "ensayando" para una obra, que apareció sin bragas descendiendo de un coche, que sus amigas la Hilton y la Lodshay (o como se escriba), que ahora The Sun sacó una foto de sus prominentes estrías en las piernas, que bla, bla, bla...
Triste caso de alguien que tuvo todo y que ahora no es mas que una decadente caricatura de lo que fue.
Sin embargo, se ve que la pasó bien, tal y como lo demuestra la foto que ilustra esta publicación. Los tiempos felices en los que nada parecía importarle más a la chica que estar sujeta de su amor y su razón de ser. Luego eso mismo fue lo que la llevó al despeñadero. Como diría una de sus propias canciones: my lonelyness is killing me...
No tengo empacho en aceptar que, allá por los inicios de la primera década de este siglo, yo era uno de los que afirmaba con fervor que Britney Spears era casi casi como la nueva Marilyn Monroe. La chica rubia, mona, ingenua y con todo un planeta por devorarse. El objeto del deseo de toda una generación.
Claro, tenía sus defectos como esas declaraciones ridículas de que iba a llegar virgen al matrimonio y tal. Sus canciones tampoco eran un dechado de virtudes y sus poses de niña tonta, al tiempo que la hacían deseable, también la volvían agradablemente insoportable. En fin.
Pero, luego, algo pasó. Algo que ya todos sabemos o que hemos seguido en los medios porque, de un tiempo a esta parte, la Spears sólo aparece en las noticias para darnos más y más señales de decadencia: que se casó ebria en Las Vegas con un ex compañero de clase, que luego se divorció arrepentida y resacosa, que luego se volvió a casar con su bailarín, que engendró dos críos, que engordó, que se gastó una fortuna en el marido holgazán, que conducía con uno de los críos en el asiento delantero, que se rapó, que ingresó a una clínica de desintoxicación, que se escapó, que volvió a entrar, que se fue a golpes de paraguas contra una camioneta, que luego dijo que estaba "ensayando" para una obra, que apareció sin bragas descendiendo de un coche, que sus amigas la Hilton y la Lodshay (o como se escriba), que ahora The Sun sacó una foto de sus prominentes estrías en las piernas, que bla, bla, bla...
Triste caso de alguien que tuvo todo y que ahora no es mas que una decadente caricatura de lo que fue.
Sin embargo, se ve que la pasó bien, tal y como lo demuestra la foto que ilustra esta publicación. Los tiempos felices en los que nada parecía importarle más a la chica que estar sujeta de su amor y su razón de ser. Luego eso mismo fue lo que la llevó al despeñadero. Como diría una de sus propias canciones: my lonelyness is killing me...
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