miércoles, agosto 22, 2007

Ordinary world

La prueba de publicación me convenció, aunque no del todo. No me gusta que aparezca al final del texto la publicidad del correo electrónico. Bueno. Algún precio se debía pagar por usar esta herramienta frente a nuestra incapacidad para ingresar a blogger.com desde el Ministerio.

Afuera está la lluvia a un ritmo fuerte y sostenido. He visto que a muchas personas las ha pillado sin paraguas ni gabardinas. Como que pensaron, ah sí, el huracán, eso es cosa del trópico. Pues sí, pero al mismo tiempo, pues no. En este momento tenemos sobre nuestras cabezas al tal Dean descargando gran parte de su arsenal de lluvia y frío. Leo que el susodicho fenómeno tocó tierra --por segunda ocasión en México-- en Tecolutla Beach, cerca de Túxpan, Veracruz. Por ahí tengo algunos familiares. Ojalá todo transcurra dentro de lo tolerable.

En otro asunto, por más que tomo café no logro espabilar lo suficientemente rápido después de la comida. Tengo unas inmensas ganas de dormir un rato. Algo corto, una siesta de 20 minutos y ya. Pero como en esta oficina pública todos estamos a la vista de todos, pues sería algo como políticamente incorrecto y de pésimo gusto. Es decir, imaginen el cuadro de un burócrata dormido a la vista de la humanidad. Pues no.

Antes, cuando aún laborábamos en condiciones similares a las de los ministerios cubanos, con cubículos privados para casi todos los funcionarios, equipados con muebles rayados y apolillados, pues no había tanto problema. Llegabas de comer, te encerrabas, cogías un libro, te acurrucabas y... venga, a dormir un ratito. Además, podías fumar y escuchar música y todo era como un ambiente de fiesta y relajación permanente.

Pero llegaron los aires de la democracia, la rendición de cuentas y la transparencia, y todo eso se acabó. Por un lado está bien. Como suele suceder, había funcionarios que habían hecho de esa actividad de relajación su leit motiv y no algo ocasional y efímero. Así, estos tipos ya ni disimulaban que estaban durmiendo y se podían escuchar sus ronquidos a varios metros de distancia.

Ahora tenemos un ambiente laboral como de diario gringo en serie de televisión: un amplio salón con pequeños módulos grises en los que todos podemos observarnos a cualquier hora del día. Bueno, no todos. Las excepciones son el DG y los DA, quienes sí tienen cubículos y, además, sus cristales están ahumados o polarizados o como se diga cuando no puedes mirar a través de ellos. ¿Ustedes creen que no sucumban ante la tentación de hacer lo que les he mencionado líneas arriba?

A mí me gusta trabajar para el Estado, ser parte de la Administración Pública. Sin embargo, a veces me pregunto cómo será colaborar en otros ambientes, en especial en el de la iniciativa privada. ¿Será cierto eso de que ahí sí hay una vinculación más directa entre el esfuerzo personal y la obtención de beneficios?

Pregunto esto porque, por ejemplo, a algunos colegas les va muy bien cuando tienen que permanecer en sus oficinas por cuestiones laborales y se las contabilizan como horas extras. De hecho, una colega que trabaja en Pemex ha logrado por esta vía hacerse de coche y otras linduras, a pesar de que también se trata del sector público.

Aquí, al contrario, quedarse más tiempo no sólo es algo que se considera como normal (hasta es mal visto irse al término de la jornada establecida en el Diario Oficial de la Federación), sino que no te proporciona absolutamente nada más en términos monetarios. En suma, aquí puedes estar hasta la madrugada y no tendrá mayores repercusiones en la pantalla del ATM cada catorcena.

Ser funcionario público es algo que da orgullo, pero al mismo tiempo es una profesión medio ingrata. Puedes hacer tu trabajo con altos niveles de eficiencia todo el tiempo sin que suceda nada, pero cuando llegas a fallar el planeta se colapsa, o bien, puedes hacer tu trabajo con altos niveles de eficiencia todo el tiempo sin que suceda nada, pero cuando llega un nuevo equipo con el cual no te identificas, puedes ser despedido sin ninguna consideración.

En fin.

Hasta aquí dejamos este espacio de reflexión filosófica-burocrática de miércoles de huracán en la Ciudad de México mientras escuchamos la BBC 6 Music.

1 Comments:

Blogger BeN said...

Entiendo perfectamente de lo que hablas, por aca en constituyentes se respira el mismo aire, son las 10:40am pero describes como me sentire por ahí de las 4:30pm.

agosto 23, 2007 10:42 a.m.  

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