Retrato costumbrista de la época
Estoy haciendo unas pruebas para ver cómo funciona publicar desde este correo electrónico que no ha sido censurado por el Ministerio.
Esta mañana ha dado un panorama triste y gris desde la ventana, aunque también me ha resultado familiar: allá en el pueblo poblano casi todos los días eran así, es decir nublados y lluviosos, con lodo en las calles y críos cubiertos con impermeables y chaquetas cuando se dirigían a sus escuelas.
Cuando arribé a la Ciudad de México pensé --ingenuo yo-- que algo raro sucedía con el clima porque acá no había tales condiciones meteorológicas. Afortunadamente descubrí que no era tal cosa, sino que sobre aquella comunidad casi siempre había una gran nube instalada lista para descargar todo su caudal de agua en cualquiera de sus estados. Así, aunque los polos se estuvieran deshielando o el Sahara se inundara de agua, en HCH siempre, siempre iba a prevalecer el frío y la lluvia.
En fin.
Reflexiones en un momento de calma mientras espero la respuesta de una oficina del Ministerio que será integrada al texto del PIG (si a ustedes ya les han hartado las menciones del Informe, imaginen lo que sucede con nosotros...).
En el iPod suena algo del Sr. Chinarro. No es que me guste mucho, pero el clima es propicio para poner algo cercano a su música: semi lenta, casi acústica, con algún toque de nostalgia. Hombre, leo esto y siento que estoy escribiendo como uno que otro "poeta" que ya siente que es la octava maravilla del mundo moderno. Señor, líbrame de garabatear cosas cursis y ñoñas, por favor. Gracias.
Levanto la mirada en esta oficina pública y lo que veo es a un cojunto de funcionarios metidos en sus actividades cotidianas. Cuando digo esto estoy totalmente conciente de lo que implica, es decir por el término "actividades cotidianas" debemos entender desde trabajar, negociar, cabildear, hasta holgazanear y perder el tiempo a discreción.
Por allá anda la secretaria de los escotes sacando fotocopias y platicando con el chófer del jefe que gana como si fuese jefe de departamento, por allá la gente de recursos humanos con las narices metidas en sus ordenadores. De hecho, me llama la atención el silencio que hay en este instante y el que todos estemos como muy concentrados en nuestros monitores. Vaya. Debe ser el clima o el miércoles.
Ayer, mientras casi se me cerraban los ojos de sueño al regresar de la comida, caí en la cuenta de que este año no hemos realizado ningún simulacro de esos que tanto les gusta montar a los de Protección Civil. Los mismos en los que nunca podemos batir nuestros registros de salida, pero que cada vez se aderezan más de cámaras y parafernalia mediática interna y externa. Imagino que en un mes, por ahí del 19 o 20 de septiembre, llevaremos a cabo uno para conmemorar el sismo de 1985.
Ahora veo a la chica que vende Betterware charlando con un funcionario de recursos humanos (lo de hoy ya no es Tupperware, sino Betterware... yo ya le compré un escurridor de trastes al contado). La secretaria del escote nos deja saber a todos los que estamos cerca de la entrada que "va al baño". ¿Así serán todas las oficinas públicas?
En fin.
Antes de terminar este texto me ha llegado un mensaje al móvil. Mi coleguita me avisa que van a cortar la electricidad en el pueblo por la llegada del huracán. Bueno, era de esperarse. Lo único que deseo es que no se repita el escenario de octubre de 1999, ése que nos dejó varios muertos, inundaciones y deslaves.
Veremos qué sucede al publicar desde esta nueva plataforma.
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