Bad liver and a broken heart
Pues ahí tienen ustedes que, preocupado por los recientes resultados alterados de las diversas pruebas hepáticas que me han realizado, cogí la vieja agenda, busqué el nombre de un antiguo gastroenterólogo que había tratado para la cuestión del ERGE, hice una cita con su secretaria de escote pronunciado (estaba angustiado ante la posibilidad de que me denunciara al amparo de la nueva Ley de Acceso a etcétera), fui a su consultorio en el sur profundo, le platiqué de la mejor manera posible mi triste y largo peregrinar por instituciones de salud públicas y privadas, le mostré mi ya bastante abultado expediente médico, subí mi camisa para dejar al aire mi abdomen, resistí sus apretones en mi costado derecho y me senté en su sillón para escuchar su sabia y esperada segunda opinión…
Y éstas fueron sus palabras:
“Yo no me preocuparía. Pero no puede subir de peso. Tiene que seguir a dieta. Debe bajar otros cuatro kilos. Nada de alcohol”.
Y ya.
Salí con bastante más ánimo del que había tenido desde la semana pasada, cuando me entregaron los resultados del ultrasonido. Puedo seguir a dieta, claro. Puedo bajar otros kilos (si ya puse fuera de combate a 12, ¿qué son cuatro más?). Puedo mantener mi peso. Y –aquí viene lo bueno—puedo dejar el alcohol (de hecho, ya lo dejé). Claro. Hombre, todo fuera como eso.
El galeno agregó:
“No importa que sus amigos le digan que es el aburrido de las fiestas, el mandilón. Ni que vaya a ocupar el lugar del Padre Maciel ahora que se murió…”.
Duro, pero cotorrón.
Ahora tengo que realizar otras pruebas más (voy a tramitar mi credencial de cliente frecuente o de socio distinguido en los Quest) y debo volver cuando tenga los resultados.
“Está condenado a llevar una vida sana”, sentenció.
Y así acaba –por el momento—esta nueva entrega de la historia.
2 Comments:
Todo fuera como eso!!!
"Nadie es dejado atras!"
Jajajaja!
un abrazo amigo!
Que bueno Manolo, quiere decir que vas a vivir muchos años más.
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