martes, agosto 05, 2008

Pará, pará... soy mejicano

Sé perfectamente que en el país hay temas mil veces más importantes que éste que voy a abordar pero, bueno, un poco de comprensión. Gracias.

El tema de los naturalizados en la Selección mexicana de fútbol.

No estoy de acuerdo. Es más, deploro esa actitud de llamar no sólo a uno, sino ahora hasta a dos no nacidos en México para jugar en el representativo nacional de ese deporte.

Es decir, ¿qué acaso no hay dos entre 104 millones de locales que ocupen esos puestos? De acuerdo, exageré. Otra vez: ¿qué acaso no hay dos entre los --digamos-- 100 que componen las diferentes ligas de ese deporte, tanto amateur como profesional?

No me jodan.

Además, llaman a extranjeros-mexicanos que ni siquiera son un portento del juego. Es decir, si en nuestras filas tuviésemos a Arshawin, a Van Nistelrooy o a Gatusso, bueno, hasta podríamos tener cierta indulgencia. Pero, ¿Vuoso?, ¿Leandro? Puf. ¿Quiénes son estos señores en el panorama del fútbol mundial? ¿Quién puede decir que son la salvación entre los extranjeros que habitan ya no sólo en el planeta, sino en el propio país?

Estamos mal, mal, mal.

Y luego salen los dizque políticamente correctos a decir, ay no, no hay mexicanos ni de primera ni de segunda. De acuerdo. Eso es lo que se tiene que decir. Pero, ¿realmente lo creen? Lo dudo.

Al menos los mal pensados tenemos en mente que estos señores se naturalizaron mexicanos porque a) así no ocupan una plaza de extranjeros en la liga local y, como tienen apantallados a directivos, entrenadores y a la propia parroquia, pues esto les garantiza muchos años de abundancia a costa del fútbol mexicano, y b) pueden llegar a jugar algún día en la Selección de este país ante la remota posibilidad de que sus propias patrias los llamen algún día.

Digo, esto que estoy escribiendo no es nada nuevo, ni estoy descubriendo absolutamente nada trascendente. Sólo es que me jode de sobremanera esa hipocresía en los medios y sus ayatolas cuando se refieren al tema. Que lo digan abiertamente: no nos gustan los naturalizados porque no son mexicanos y son --en algunos casos, quizás la mayoría-- unos simples arribistas que vienen a vendernos espejitos por oro.

Además, otro punto: esto que sucede --el rechazo a los extranjeros-- no es privativo del Tercer Mundo: vean lo que ha sucedido en la culta y progresista Europa, donde la gente también critica acremente la inclusión de no nacidos en el país dentro de sus cuadros representativos (es que ahí está el punto: en la palabra representativo..., ¿cómo me va a representar un tipo que habla todavía con el acento de arrabal porteño y que usa rayitos en la blonda cabellera, perdón, cabeshera...?).

Sólo por poner un ejemplo: ya quisiera yo ver algún día de mi existencia, uno sólo, que un mexicano, morenito, chaparrito y bigotón, hablando como oriundo de Chimalhuacán y con pasaporte argentino porque se casó con una sobrina de Las Primas, jugase algún día con la albiceleste. JAMÁS sucedería eso. Nunca. Impensable. Y si llegase a suceder, no tardaría ni una rueda de prensa en que toda la población de ese país le pidiese la renuncia al osado director técnico que se atreviera a cometer semejante falta al orgullo nacional de ese rincón suramericano. De hecho, al propio Lavolpe, argentino y todo, lo repudiaban en esas tierras porque lo identificaban con México ("¿quién sos?, ¿qué has ganado?", le gritaban los hinchas tanto del CABJ como de Vélez durante su efímero --y fracasado-- paso por esos campos de juego).

¿Por qué aquí en México sí puede suceder eso?

De acuerdo, el señor Eriksson tiene razón: si no nos gusta, pues digámosle a nuestro parlamento. Bonita cosa. Si no pueden ponerse de acuerdo en otros temas más urgentes, ya parece que van a debatir con ahínco algo que es políticamente sensible (por ejemplo, ¿por qué no legislan para que el fútbol local no se transmita por cadenas de televisión de paga?).

Sin embargo, el tema no pasa tanto por Sven: imagino que todo esto que está sucediendo se debe a todas esas rémoras que están a su alrededor en este momento de incertidumbre ante su reciente arribo. Los mismos que le han de estar diciendo al oído, no mi güero, estés reshiro para jugar al fucho..., tssss, mételo, ándales güero, además, es representado de mi ahijado, ¿qué no?

No me gustan los naturalizados en la Selección. Y no es asunto de xenofobia. Es simple y llanamente nuestro derecho a decir no cuando algo no nos parece.

Señores de los medios, no sean hipócritas y reconozcan que a muchos de ustedes también les cala este asunto.

Al rato la noticia será que un mexicano haya sido llamado a jugar en la Selección de México.