jueves, octubre 09, 2008

Crisis

Hoy por la mañana escuchaba el noticiario de W Radio y me di cuenta --o más bien, reafirmé-- que la cuestión económica pinta dura. Recesión, inflación, pérdida de empleos, escasez, histeria. Pero lo que más rápido llegó a mi cabeza fue que, de ocurrir una crisis de fuertes dimensiones, será la primera que deba afrontar como jefe de familia.

En efecto, yo, como nacido en la década de 1970, mexicano y todo eso, pues siempre he vivido con la sombra de la crisis sobre mi cabeza y en mi bolsillo. En 1976 no la sentí tan fuerte porque acababa de nacer, en 1982 veía a mis padres hacer algunos malabares para resistir el embate de las locuras de López Portillo, en 1988 leía las noticias y todo eso, pero seguía con mi vida normal en la secundaria, en 1994-1995 la experimenté en carne propia y, finalmente, en estos últimos dos sexenios digamos que no ha habido una así de proporciones bíblicas. En todos estos casos mi papel se limitó a ser más bien espectador y lector de noticias calamitosas, ya que --repito-- mis padres --sobre todo mi madre-- fue quien se encargó de coger el timón y llevarnos a buen puerto (las madres suelen ser así de eficientes en las cuestiones de la administración de los hogares y tal).

Pero ahora, en este año 2008 del Señor, ya sin mis padres y casado, veo que el que tiene que realizar algunos ajustes a la carta de navegación... soy yo.

¿Por qué menciono esto? Bueno, porque en el noticiario referido entrevistaron a una serie de personajes que --según-- saben sobre las finanzas personales y todos ellos coincidieron en que, ante la crisis inminente, lo que debemos hacer es sentarnos para realizar alguna especie de planeación financiera para sortear los posibles escenarios negativos venideros. Es decir, montar presupuestos, saber con exactitud cuánto entra y cuánto sale, destinar lo suficiente para aquellas responsabilidades ineludibles, reducir gastos superfluos y analizar la posibilidad real de liquidar deudas y de ahorrar.

Regularmente los primeros pasos que la gente realiza ante este tipo de acontecimientos son los relativos a eliminar egresos que bien pueden ser prescindibles, por ejemplo, las diversiones, los paseos y los pequeños lujos. Otra cuestión es que, ante esto, la mayoría se pone histérico y comienza a realizar pequeños actos de depredación que antes no solía hacer, tales como agandallar al otro para obtener un beneficio en la calle, el súpermercado, la oficina, entre otros. Claro, algunos deciden irse por la fácil y comienzan a dedicarse al viejo oficio de hacer cambiar de dueño a las cosas.

En fin. Interesante escenario. Crisis --y no precisamente la de Chico Ché-- y al frente de una célula de la sociedad.

Ya veremos cómo se van desarrollando los acontecimientos de esta debacle financiera mundial (hasta suena como si tuviéramos que darle la razón a los mayas con eso de que el planeta se termina en 2012 y tal...).