Castillo, periodistas, fútbol, tensión...
Ayer se suscitó una fricción entre el jugador nacionalizado de la Selección suramexicana Nery Castillo y los chicos de la prensa. El integrante del Shaktar de Ucrania le espetó a los medios --palabras más, palabras menos-- que no saben de fútbol, que tienen mala leche, que en el fondo desean que México pierda y que no clasifique al Mundial de Suráfrica, y que son unos mentirosos.
Los representantes de diarios, revistas, estaciones de televisión y radio, claro, han reaccionado hoy con encabezados en sus medios del tipo "enloqueció", "estalla Nery", "se vuelve loco", "reta a golpes". Anoche, en Fútbol Picante, sin embargo, también afirmaron que las declaraciones de Nery han tenido un buen respaldo por parte de los demás jugadores suramexicanos de la Selección.
En mi opinión, muy en el fondo de mi corazón, también me ha dado cierto gusto la actitud de Castillo frente a los chicos de la prensa. Básicamente porque lo que les ha dicho no se aleja demasiado de la realidad: pese a que varios medios dicen apoyar con todo a México a través del fútbol, también es innegable que esperan que éste fracase para poder vender ejemplares a rabiar. Es evidente en el tipo de notas que presentan, en el manejo de la información que hacen, en la presión que ejercen, en la saña que revelan entre bufidos y gruñidos. Además, todos sabemos que, si hay alguien que se siente intocable y dueño de la verdad son, por lo regular, ciertos periodistas. Así que, de vez en vez, no está del todo mal que alguien coja agallas y les señale sus defectos y errores (me llamó la atención, por ejemplo, que Castillo le reclamara al representante del diario Récord su doble cara: tras bambalinas tenía un discurso para con él y en la rueda de prensa otro, algo que no sería para nada extraño).
En contraste, también ha sido un error del jugador uruguayo nacido en San Luis Potosí y formado en el Danubio de aquel país, el hecho de que haya descalificado a todos los representantes de los medios al señalar que nunca han jugado a fútbol y que, por lo tanto, no saben nada del asunto. Puede ser que muchos de ellos sólo hayan saltado al campo del Deportivo Los Galeana durante las celebraciones de fin de año de sus empresas, pero de ahí a afirmar que por esto hay desconocimiento total hay un error. Cualquiera puede saber de historia sin necesariamente haber estado donde se desarrollaron las aconticimientos, por decir algo trillado y de muy básico sentido común. Además, el hecho de que hayas pateado pelotas sobre el césped alguna vez en tu vida tampoco es garantía de lucidez mental (véase, por ejemplo, los casos de los neo-comentaristas nacionales Peláez, Aspe, Mascharelli, et al).
En fin.
Una muestra más de cómo andan las cosas en el fútbol nacional, con sus sobradísimos extranjeros y nacionalizados, con su estupidez de torneos cortos (vil copia de los que sucede en Suramérica), con su escasa producción de fuerzas básica, con su --en suma-- mediocre nivel de competición.
Yo creo que lo mejor es que, por un momento, todos identificáramos que el verdadero enemigo común es uno y sólo uno: los demás equipos (sic) de Concakafka.
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