jueves, agosto 06, 2009

Transición

Se supone que ya debería estar curtido en estos menesteres que suceden cuando el jefe máximo de una oficina está por dejar su cargo. Me refiero a todas las oleadas de chismes, rumores, golpes bajos, cuchilladas traperas, espaldarazos, cebollazos, miedos y demás etcéteras que provocan estos acontecimientos en los ambientes laborales, tanto públicos como privados.

Quizás tenga algunas destrezas al respecto que no he notado después de una década dedicada al servicio público. Es probable que, en otra circunstancia, estuviese más nervioso e inquieto. De hecho, he estado como bastante tranquilo desde que se dio a conocer la noticia del movimiento telúrico interno. Sin embargo, cuando la mayoría se preocupa y comienza a hacer cualquier tipo de especulaciones me suelo contagiar un poco del tema..., como ahora. Que si ya viene el nuevo, que si a cuántos tiene en la lista negra, que si yo soy mejor y sí merezco quedarme aquí ad eternum, que si tal por cual. En estos momentos es cuando sale a flote lo peor de la escoria humana. Todos aquellos que se juraron tus colegas incondicionales suelen ser los primeros en darte la espalda cuando de sobrevivir se trata. Sí, mucho amor, pero si te debo joder para permanecer, te jodo.

Es probable que en estos momentos me vendría bien algún consejo. Pero últimamente el tema de dar opiniones a la gente me ha traído sinsabores. Por un lado, algunos suelen acercarse para que les digas tu punto de vista respecto a cualquier tópico, aunque casi siempre van sobre lo sentimental, la pareja, la felicidad y el amor. Pero luego ese punto de vista expresado, el cual intenta ser todo menos fingido porque se supone que uno lo dice con la mejor intención de mejora en el otro, les causa prurito y angioedema. Joder. Además, como me dijo una persona hace poco, dar consejos es fácil, lo difícil es cumplirlos. En efecto. Por eso es mejor no andar haciéndola de Padre Gervasio y dejar que la gente se las arregle como pueda...

Bueno, al menos no con todos. Con la gente que quieres más a veces es inevitable no meter la narizota donde nadie te llama. Pero lo conveniente aquí es algo simple: ¿para qué intentar arreglar la vida de los demás cuando la propia requiere de intervención urgente? Casi como lo que ha sucedido con el arribo del Sr. Zelaya a México, el cual ha sido recibido tanto por Calderón como por Ebrard con la promesa de ayudarlo a salir adelante en su problema hondureño, pero como si nuestro país no tuviera suficientes frentes abiertos para ser el último modelo a seguir. Como diría Keith Richards, talk is cheap...

En fin. Decía que el ambiente de cambio e incertidumbre se respira en estos lugares burocráticos. Qué pasará es la pregunta que mueve todas las acciones y los pensamientos de los registrados en la nómina.

Pues a ver qué pasa. Bonita manera de terminar el ciclo de esta bitácora.

Estaba escuchando el soundtrack de Across the universe al momento de escribir estas líneas, pero creo que sólo me han ayudado a ir a peor. Al diablo los del flequito. Mejor voy a combatir estas dudas con algo de la banda sonora de Reprise...