miércoles, agosto 05, 2009

Ya circúlele (II)

He tomado una decisión trascendental: no usaré el servicio de mensajero instantáneo cuando esté en la oficina, o al menos, haré lo posible para que haya un dramático descenso en su utilización dentro de mi horario laboral.

En términos llanos, me estoy aplicando una medida como la que en el Ministerio nos recetaron los encargados de tecnologías de la información: cero acceso a distractores en internet. ¿Y por qué? Porque veo con desazón que me distrae y me roba tiempo. Así de sencillo.

Además, de los escasos colegas que tengo ahí registrados, sólo uno que otro me hace la plática virtual. Interesante fenómeno éste: ¿quién se supone que debe iniciar una conversación?, ¿el que acaba de entrar o el que ya lleva un rato conectado?, ¿cómo acabar una plática?, ¿qué hacer cuando sólo se está en línea para algún asunto especial y alguien aparece dispuesto a contarte su vida en capítulos y publicidad incluida?, ¿cómo borrar --o bloquear-- a los que antes eran indispensables y ahora son totalmente prescindibles?, ¿qué mensaje poner que no hiera sentimientos ajenos o que no cause malos entendidos?, ¿cómo llamarte en el mensajero?, ¿poner sólo tu nombre o tratar de inventar algo que ante los ojos de los demás te muestre como interesante y divertido?

Por eso y muchas cosas más, en especial por el hecho de que casi nadie me hace caso en el mensajero, he decidido darlo de baja de la pantalla principal. Además, en Facebook está la opción al cierre del msn.

Para concluir, a algunos les ha causado prurito el texto de Sheridan llamado "Ya circúlele". Dicen que es apátrida, que debe largarse del país si no le gusta, que es un mamón, que es un pirrurris y que muestra frustración.

Yo creo que si leyera todos estos adjetivos se sentiría perfectamente complacido: ha logrado revolver a los izquierdosos y culturosos cual tlaconetes con sal.

Adelante.