martes, febrero 15, 2005

Las golondrinas

Favor de acompañar la lectura de este post con música de fondo de las golondrinas, o alguna otra parecida.
Resulta que un buen amigo de estos blogeros deja el servicio público para dirigir sus talentos a la iniciativa privada. Aunque como afirmó en su primerísima colaboración el maese Weber, burócratas somos todos los que no detentamos los bienes de producción, osea se es burócrata al servicio del Estado o al servicio de un patrón particular, entonces en términos esctrictos el que se va seguirá siendo nuestro compañero burócrata. Sólo se privará del privilegio de servir a la patria, como alguna vez también dijera nuestro Director General.
Y también se privará de no salir en ocasiones ni a comer, de trabajar horas extra sin el pago extra correspondiente, de aventarse maratónicas reuniones con el preciso, de tener que aguantar sus desplantes coléricos, de tener el honor de representar al ministerio en el cual labora ante otras instancias y organizar eventos sociales, etc.
Estoy seguro de que no extrañará el ejercicio del poder, porque ya nos queda muy poco. Anteriormente cuando un compañero se retiraba de este ministerio, sus compañeros le recriminaban que lo hiciera, porque quedaba fuera de la jugada y efectivamente, cuando ocasionalmente alguien se lo volvía a encontrar no tardaba en comentar (chismear): "Pobre fulanito, anda muy mal, lo veo deprimido y no encuentra otra chamba como esta, ya ni carro ni chofer trae".
Ahora por el contrario, cuando algún compañero anuncia su retiro todos lo vemos con cierta mezcla de envidia y esperanza, como cuando Noé soltó una paloma para ver si encontraba tierra firme.
Y efectivamente, esta oficina se va pareciendo cada vez más a un barco fantasma, con las nuevas reglas de la Ley de Servicio Civil de Carrera y los recortes presupuestarios, en cuanto se desocupa una plaza queda congelada, entonces se han multiplicado los escritorios vacíos y las oficinas vacantes, si a esto le sumamos a la gente que por razones laborales o personales salen a la calle, llega un momento en que nuestras flamantes oficinas recien estrenadas lucen desiertas.
En fin, le deseamos lo mejor a nuestro compañero burócrata emigrante y no sé si algunos más seguiremos sus pasos, mientras tanto seguiremos firmes en esta trinchera bajo la bandera de No Pasarán.