sábado, mayo 10, 2008

A todas las madrecitas.

Una vez más en estos días disque festivos me encuentro trabajando en la oficina. En este caso lo agradezco.

En la mañana cumplí con los cánones, llevé a los niños a cantarle las mañanitas a su mamá, le entregamos un regalo, le hicimos el desayuno (lavé los trastes para que el regalo fuera completo) y me vine a la oficina. Por las tardes nos dispondremos a comer y fin del festejo, mañana será otro domingo.

Parece fácil, pero no lo fué. Un día antes me enfrenté a la amenaza de dirigirme a la ciudad de México para los consabidos festejos, soportar las multitudes, el tráfico de, me imagino, otros compatriotas que hubieren tenido el mismo impulso; llegar desvelado, soportar las serenatas a las tres de la mañana con los hijos borrachos que le rinden tributo a la autora de sus vidas; la comida familiar en la que la señora sirve los platos a todos y al final, cuando se dispone a comer es sujeta de discursos, llantos y reconocimientos, para terminar con una terrible resaca al día siguiente y el lunes presentarse en calidad de bulto a las labores cotidianas.

No dejaré de ser un grinch declarado y más en esta fecha que se me hace de lo más cursi junto con la del catorce de febrero. No dejo de pensar que es una estrategia comercial. Y eso de declarar cada día del año como el oficial para recordar afectos o cosas en específico, no deja de parecerme absurdo e inútil.

Si a eso le adicionamos la cursilería del mexicano, esta fecha se convierte cási insoportable, como para ir a buscar el lugar más apartado de la selva y perderse. Tengo entendido que la idea se originó en el país vecino, pero en estos rumbos se ha exponenciado. No sólo hay que soportar escenas como la hipotéticamente contemplada líneas arriba, sino que acepta patrones establecidos para cada caso. Así, por ejemplo, si el sujeto ya no tiene la fortuna de contar con su madre en vida, invariablemente deberá estar triste en esta fecha, entonar la canción de Juan Gabriel "Amor Eterno" y estallar en lágrimas ante todos, para que aprecien su dolor. Claro, la constante es que igualmente terminará borracho ese día.

Otro rito en este día y para que no quede nadie fuera es ir de peregrinación a la Villa y cantar las mañanitas.

Así que estamos a punto de sortear un diez de mayo más, en el horizonte no se aprecia otra fecha peligrosamente festiva hasta septiembre y de ahí a los festejos navideños.

Mientras tanto seguiremos recuperando fuerzas para enfrentar otro embate más que intente obligarnos a sentir colectivamente, en una fecha precisa un afecto, desafecto, sentimiento o emoción.

1 Comments:

Blogger Los Burócratas del Ritmo said...

Estoy totalmente de acuerdo, Paco.

Si afirmar que el 10 de mayo es un día cursi e injusto es un cliché, lo es más todavía el hecho de que las escenas típicas se repiten año con año y, así, ad infinitum...

Me refiero a las doñitas preparando el arroz con mole para los hijos gorrones que, una vez ebrios, le regalarán la clásica plancha o batidora a la cabecita blanca para que siga siendo feliz.

Además, todo sube de precio: las flores, las entradas a espectáculos, los restaurantes.

En fin, habría que institucionalizar un Anti-Día de Todo.

Yo, por ahora, estoy llegando de Puebla después de haber ido a visitar a mi suegrita... Gajes del oficio.

Manolo.

mayo 11, 2008 1:05 a.m.  

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