¿Quién asó la manteca?
Bueno señores, pues aquí estamos. Martes 26 de agosto del Año del Señor 2008. Tengo más energía que ayer.
La lluvia de la Ciudad de México alcanzó niveles de furia bíblica anoche. Inundaciones, caballos muertos en el Hipódromo, un mozo fallecido, caos vial y cientos, miles, millones de maldiciones a diestra y siniestra por la precipitación pluvial de la víspera. Está bien. Apruebo con desdén que de vez en vez aparezca algún fenómeno natural que nos ponga en nuestro sitio.
Los chinos ganaron el primer sitio del medallero de sus Juegos Olímpicos. Espero que el gustito sólo les dure cuatro años y que para Londres 2012 los superen los norteamericanos, los ingleses o los ex soviéticos. Por cierto, cuando aparecieron los británicos con su autobús rojo de dos niveles en la ceremonia de clausura pensé, bendito sea el Señor, por fin algo moderno y occidental. También agradecí con fervor los guitarrazos de Robert Plant y el balón lanzado al aire por David Beckham. La cultura asiática está muy bonita y es muy antigua y nos ha dado mucho y es sabia y milenaria y tal y tal y tal, pero también existe lo posmoderno.
Por ello, qué bueno que en 2012 volveremos a los horarios GMT y no a esas adecuaciones artificiales del mundo visto en el futuro (mientras en la Ciudad de México eran las 11 de la noche, en Pekín ya andaban por el mediodía del siguiente). Sin embargo, me quedó la duda de por qué no mejor invitaron a los Rolling Stones o al propio Mick Jagger en solitario a fungir como embajador musical de los siguientes Juegos Olímpicos. En fin.
Escribo esto y hace su irrupción en mi cubículo el lustrador de calzado. Creo que no he mencionado la existencia de este personaje en la oficina. O sí. Bueno, no sé. No importa, aquí vamos.
Se trata de un señor de unos 50 años, bajito, corrioso y bastante impertinente. ¿A qué me refiero?, a que es de los típicos que casi casi te obliga a sentarte en cualquier sitio para que pueda proceder a lo suyo y, claro, después cobrarte los 15 pesos del servicio. Es como bastante molesto que si tú dices no el otro siga insistiendo mediante la presentación de argumentos que van de lo ridículo a la penita ajena. En mi vocabulario un no es un no. En el de él un no es una afrenta a su capacidad de chantaje. Me cae bien, pero tiene esa característica. Ah, claro, también es de los que tienen por costumbre no tocar a la puerta antes de entrar.
De hecho, creo que ése es un tema por sí mismo: en esta Coordinación la mayoría de sus integrantes han sido aleccionados o tienen por uso y costumbre milenario meterse a los sitios que supuestamente son privados (por algo son cubículos y no espacios comunes) sin avisar y sin decir agua va.
Uno está, digamos, muy atento a lo que sucede en la súper carretera de la información (que en México es más bien como terracería) y de repente, pum, sientes la nariz del otro pegada en el monitor al tiempo que una de sus manazas se deposita en tu hombro y escuchas la pregunta ¿qué haces? O bien, intentas mirar por la ventana el devenir de la vida universitaria cuando sientes el inconfundible aliento de burócrata a tus espaldas, lo cual te lleva a la pregunta ¿y este tío cuándo entró aquí?
En serio. Aquí todo el mundo entra a tu lugar como si fuese el suyo y, además, como si creyeran que siempre serán bien recibidos. Y esto incluye no sólo a los superiores jerárquicos, sino al referido bolero, al señor de las corbatas, al de las plantas, a tus iguales en la nómina, al que viene a por la basura y al que simplemente pregunta por la salida del piso.
Es probable que yo sea como muy mamón en este aspecto, pero siempre he tenido por sana costumbre --y creo que por educación-- tocar antes de ingresar a otro cuarto o habitación. Digo, esto es como obvio, ¿no? Al menos eso pienso. Pero aquí no. De hecho, si cierras la puerta del cubículo, cosa que casi nunca hago, y que en lenguaje cifrado indicaría algo así como no ingreses hasta que preguntes si hay alguien adentro, bueno, pues aún así también se meten como supositorios. Extraño fenómeno, sin duda.
Lo peor es que luego se ofenden cuando se les pide anunciar su ingreso.
La autonomía también es sensible.
3 Comments:
Seguro tu bolero fue limpiaparabrisas en sus años no tan mosos...
Me encantó la imagen y estoy de acuerdo en los juicios vertidos. Yo también cierro rara vez la puerta de mi cubículo, pero cuando lo hago no falta el que me ve leyendo y cree que no estoy haciendo gran cosa.
Llegué aquí rastreando información del Viaje Cultural 87. Yo fui uno de esos niños que mencionas en tu post (de la delegación poblana) y que tiene la desgracia de no tener ni una fotito para al menos sospechar que eso fue real. Tu post fue una confirmación de que realmente ocurrió. Me divertí enormemente re-viviendo el itinerario que mencionas en tu escrito.
El blog genial.
Un saludo.
Édgar A. Mora
Hombre, pues con esto yo también confirmo que el Viaje Cultural 87 realmente existió y que no sólo fue una mala pasada de mi cabeza.
Desde aquel encuentro original en el CENHCH de Puebla hasta el regreso desordenado en varios vehículos para llegar a tiempo a la recepción con el gobernador Mariano Piña Olaya. Todo pasando por la estancia en el Colegio Militar de Popotla, las idas y venidas por la ciudad en autobuses Dina y demás avatares a los que fuimos sometidos durante una semana.
Envíame un correo a burocratas@gmail.com y nos ponemos en contacto.
Por lo pronto, un abrazo y un gran gusto reencontrar a alguien por medio de esta bitácora (ya sirvió para algo).
M.
Publicar un comentario
3 comentarios<< Home