Dios salve a Los Ratones Paranoicos, a El Tri y a Andrés Calamaro
Así es. Vaya tríada de conciertos de fin de semana.
El sábado, en Ruta 61, un concierto íntimo y cercanísimo con Los Ratones Paranoicos. Tuve a Juanse tocando enfrente de mí y estuve brincoteando con los argentinos de la zona que llegaron a hacer el aguante a sus compatriotas.
El domingo, cinco horas ininterrumpidas de concierto con El Tri, un largo y extenso paseo sentimental por varias etapas no sólo de la vida de esta banda mítica mexicana, sino de la existencia de cada uno de los asistentes. Además, un rosario de invitados de lo más variopinto que conjuntó, por un lado, al carismático Charly Montana con Lalo Tex y, por el otro, a los mismos Ratones con Miguel Ríos y Celso Piña.
Ayer lunes, la apoteosis: El Salmón en su primera presentación en la Ciudad de México. Vaya energía, vaya carisma, vaya personalidad, vaya calidad musical y vaya simbiosis con la parroquia. Uno de esos recitales que no se olvidarán. Todo el Auditorio coreando Flaca al tiempo que Andrés ondeaba las banderas de México y Argentina. También la exhibición dos veces del jersey de Pumas que le aventaban desde la grada. Inolvidable por donde se le vea.
En fin. Una batería de tres conciertos en donde se conjuntó mucho de lo que, por lo menos a mí, me define en términos musicales: energía rolling stoniana y buen rock. Juanse de Los Ratones moviéndose como Mick Jagger en el pequeño escenario del antro, El Tri interpretando en cascada She's a rainbow, (I can't get no) Satisfaction y Jumpin' Jack Flash, y Calamaro afirmando que tenía un público que ya envidiaría Mick Jagger con su look cercanísmo a Keith Richards.
Un fin de semana irrepetible.
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