lunes, octubre 13, 2008

Jeffrey G. Williamson, catedrático de Historia de la Economía en Harvard.

"Es el fin de la prosperidad que comenzó en los sesenta".

LLUÍS AMIGUET

A mi edad he vivido casi tantas crisis como las que he estudiado. Nací en Connecticut. Llevo 50 años casado con la misma mujer: 4 hijos y 5 nietos. Bush es el peor presidente de la historia y soy historiador. Todo me va bien menos la bolsa. He inaugurado curso en la UPF.

Empiece por poner esta crisis en perspectiva histórica: las crisis son inevitables. Ya he visto unas cuantas. Esta es una más y no es comparable a la del 29 en magnitud y estragos, aunque tampoco es de las pequeñas.

Nadie discutirá a partir de ahora que el mercado necesita regulación.

No se confunda. Existen dos interpretaciones de las causas de esta crisis: una es que ha sido la falta de regulación financiera la que la ha provocado, y otra - no desdeñable- que, al contrario, ha sido el exceso de intervención política en los mercados.

¿. ..?

Estos economistas apuntan que ha sido la Administración chapucera de Bush, a través de las hipotecarias públicas Fannie Mae y Freddie Mac y al propiciar tipos bajos por electoralismo, la que ha provocado la burbuja inmobiliaria causante del marasmo.

¿Y ahora qué?

Confío en la capacidad del presidente de la Reserva Federal, mi amigo Ben Bernanke, especialista en crisis económicas, y también confío en las herramientas que hemos ido creando desde el 29 para suavizar estas crisis. Demos tiempo a que esas actuaciones y las de gobiernos y bancos centrales cundan.

Me enternece su confianza en los supervisores económicos...

¡Yo no confío en mi secretario del Tesoro! Me parece incompetente, como el resto de la Administración Bush. Pero creo que los bancos centrales tienen profesionales capaces de evitar que volvamos a sufrir un 29.

¿Qué recomienda usted?

Si la crisis ha sido por falta de regulación, la intervención pública la mejorará, pero si ha sido por exceso de mala intervención, entonces no estoy tan seguro de que podamos atajarla tan fácilmente. En cualquier caso, las acciones que se tomen serán mejores que no tomar ninguna, por lo menos para evitar el sufrimiento de los ahorradores.

¿De verdad el sistema funciona?

Si miramos la historia verá que llevábamos quince años de prosperidad ininterrumpida y que desde la Segunda Guerra Mundial ha habido recesiones, sí, pero nada comparable al 29, porque hemos ido creando mecanismos de corrección que han funcionado.

¿Quiénes pagan más por la crisis?

Los más pobres y los más ricos, aunque estos lo notan menos, claro. Y los que más se merecen pagarla son esos financieros que sufren las iras de votantes indignados por los sueldos de Wall Street, que hoy en su fracaso gestor resultan aún más aberrantes.

¿Las quejas tienen fundamento?

Sí, la disparidad entre sueldos ha batido todos los récords históricos en EE. UU. y las desigualdades entre salarios también.

Galbraith ya denunció esos sueldos.

Pero cuando Galbraith los estudió, en los sesenta, la desigualdad entre retribuciones era mucho menor que ahora; entonces la sociedad era menos rica pero menos desigual.

¿En todo el mundo?

Sí. Aunque en conjunto hemos creado más riqueza, también hemos creado más desigualdad salarial en todo Occidente.

¿Por qué?

Veamos: ¿qué nuevas fuerzas han modificado nuestra sociedad desde los sesenta?

¿. ..?

La globalización ha creado riqueza por la difusión de la tecnología, pero esa tecnología ha conseguido mejores retribuciones sólo para los más preparados. Hemos tenido un baby boom y por eso ha habido más jóvenes - siempre menos prósperos y peor retribuidos-, además hemos tenido una ola migratoria enorme y ya sabe que a los inmigrantes siempre se les paga menos.

Habla usted en pasado.

¡Es que ha pasado! El shock financiero nos está ocultando ahora mismo un fenómeno de más largo alcance: el fin de la gran era globalizadora que duraba desde los sesenta y que nos ha traído también la prosperidad.

¿Qué está pasando?

Esas fuerzas globalizadoras están agotadas. El baby boom se ha frenado: vivimos una recesión demográfica incluso en los países en desarrollo que están dejando de exportar inmigrantes. A EE. UU. cada vez nos llegan menos trabajadores preparados de India, México, China, Asia y el este de Europa.

¿Vendrán menos pateras a España?

Espere: Occidente será más pequeño y menos importante en relación con la economía mundial, pero también más equilibrado, menos injusto y con mayor calidad de vida.

Pues mejor.

Eso pienso yo también: la grandeza de un país se mide por la calidad de vida que ofrece a sus habitantes y no por el tamaño de su ejército o su población. Pero nos queda una carta crucial para describir la nueva era: África. África será la nueva protagonista.

¿Más malas noticias?

Al contrario, existe un consenso en que África va a experimentar un boom económico con crecimientos de dos dígitos. De momento, tome nota de que el 80% de los estados africanos tiene un régimen multipartidista que ya ha superado dos elecciones legítimas. Es un dato, no sólo esperanza.

¿Se acabarán las pateras?

¡Al contrario! La emigración de un país se dispara no cuando es más pobre, sino cuando comienza a salir de la pobreza y puede pagarse el pasaje. Pasó en Irlanda, pasó en Asia y pasó en España y pasará en África: prepárense para enfrentarse a la mayor presión migratoria de su historia: la africana.


1914

"Lo que sucede hoy es muy parecido a lo que sucedió en 1914. Se había vivido un periodo globalizador inusitado, incluso más intenso que el que ahora acaba: el mundo estaba occidentalizado y uniformado por los imperios coloniales; la prosperidad creaba enormes fortunas y el capital fluía sin trabas ni regulaciones de la mano de poderosos bancos transnacionales; también la mano de obra, empujada por la demografía, circulaba entre continentes para servir a las nuevas tecnologías industriales en la mayor emigración - mayor que la actual- de la historia. El futuro aparecía brillante y prometedor ante los emprendedores y nada parecía impedir que la prosperidad continuara. Y sin embargo...".