De García Aspe, mujeres "cronistas", fútbol y zapatos rositas

Ayer estaba viendo por la televisión el partido de Pumas versus Querétaro y escuché el comentario de Alberto García Aspe, jugador surgido de la cantera universitaria y mejor recordado por haber fallado uno de los penales contra Bulgaria en el Mundial de Estados Unidos 94, en el que criticó acremente los zapatos rosas de uno de los integrantes de los llamados "Gallos Blancos" sobre el campo sagrado del Olímpico Universitario.

Yo pensé, vaya, hasta que alguien sensato tiene un micrófono en las transmisiones deportivas.

Pero como lo bueno suele ser efímero, casi al mismo instante de tan atinada observación surgió una voz tipluda y fastidiosa de una dizque cronista deportiva (cronista, así, en femenino) llamada Georgina González (a la que llaman "Geo"), la cual salió casi casi a golpear al ex capitán universitario por andar diciendo esos comentarios sexistas --claro, desde el punto de vista de las feminazis-- y racistas.

Y yo pensé, Señor, ¿por qué permites que esta clase de seres inunden las transmisiones deportivas de la televisión mexicana?

Es decir, ahora no sólo tenemos que soplarnos ver partidos disputados con balones rositas, no sólo tenemos que permitir que ciertas mujercitas opinen sobre el juego del hombre con esos aires de grandilocuencia y soberbia, no sólo tenemos que soportar que pisen el césped más allá de ser edecanes y recoge balones, no sólo tenemos que verlas en sus propios programas deportivos despilfarrar abulia e ignorancia..., no, ahora también hay que aguantarnos sus resentimientos sociales y sus ganas de fastidiar durante los comentarios del partido. Joder. Este mundo está de cabeza.

¿Quién le dijo a la tal "Geo" González que sus observaciones son bienvenidas?, ¿quién le dio alas para hacerla creer que sabe de fútbol?, ¿quién le permite estar no sólo en cualquier estadio del país, sino en el mismísimo Olímpico Universitario? Por favor, como diría el Jefe Tomás Boy, el fútbol es de hombres y no de mariquitas (ni de lesbianas ni de feministas, por favor).

Excesos de democracia, sin duda.

Y como ya veo las caras de algunos lectores en el sentido de que qué amargado me estoy viendo, diré lo siguiente: comprendan, sólo nos queda el fútbol para defender lo nuestro, lo gregario, lo salvaje, lo políticamente incorrecto, lo que nos hace sentir vivos...

García Aspe, ¡te perdonamos haber fallado ese maldito penal!