martes, octubre 04, 2005

La Contra / Desmond Morris

DESMOND MORRIS, ZOÓLOGO; AUTOR DE ´EL MONO DESNUDO´

"En realidad, el hombre es monógamo"

Tengo 74 años y, según mi genética, estoy jugando la prórroga, pero con entusiasmo. Soy un inglés cada vez menos tímido. Me interesa más el pensamiento que la jerarquía. Soy moderado y tolerante, como toda Europa cuando ha sido próspera. Mi mujer y yo estamos unidos por amor y sentido del humor. Publico La mujer desnuda (Planeta)

LLUÍS AMIGUET - 04/10/2005

- Cuando, como científico, usted mira a una mujer, ¿qué ve?

- Un ser muy evolucionado, más neoténico que el hombre...

- ¿Neo... qué...?

- Es la característica evolutiva que permite a una especie conservar de adulta rasgos de la infancia. Las mujeres conservan más características de su niñez que los hombres.

- ¿Y eso es relevante?

- La neotenia ha favorecido la creatividad y la inteligencia, porque los niños son más aptos para el aprendizaje. Las mujeres, además, han desarrollado otras especificidades que son evolutivamente más avanzadas.

- Ya lo intuía yo.

- Pues muchas mujeres todavía desconocen su enorme potencial sensorial: ¿sabe que las madres son capaces de reconocer a su bebé con los ojos vendados sólo por su llanto y que distinguen el latido del corazón de su hijo entre el de cientos? Lo hemos comprobado empíricamente y es espectacular.

- ¿Qué es lo que más envidia de las chicas?

- Su capacidad perceptiva: el mundo sensorial de las hembras humanas es mucho más rico que el de los varones: perciben mejor los colores y la gama cromática, tienen un oído más agudo y un olfato y paladar más finos.

- ¿Y no le parece injusto?

- Es natural. Ellas se ocuparon de recolectar frutas mientras nosotros cazábamos. Nosotros podemos correr más deprisa.

- ¿No les envidia usted nada más?

- Envidio su sensualidad: no sólo porque su capacidad de gozar en el orgasmo es muy superior a la nuestra...

- Ya.

-... sino porque esa sensualidad no es sólo extensión de su capacidad reproductiva, sino consecuencia de su mayor inteligencia emocional. Entre los humanos, son las mujeres las que pasaron de copular a hacer el amor y así establecieron vínculos de una riqueza y sofisticación tales que han concedido una enorme ventaja evolutiva a nuestra especie sobre otros primates. Como sabrá, las mujeres tienen cuatro zonas erógenas...

- Yo me conformaría con encontrarles una.

- ¡Si yo a los 18 años hubiera sabido todo lo que he descubierto en una vida de estudio...!

- ¡Ánimo, que somos jóvenes!

- En suma: ellas experimentan con más profundidad percepciones, sensaciones y sentimientos. Viven más. Así que, imitarnos a los varones, como propugnan algunas tendencias feministas erróneas, es retroceder.

- Como pintor ¿qué ve en una mujer?

- ¡Llegué a exponer con Miró! ¡Qué gran artista! Y sigo pintando a diario.

- He visto sus cuadros: enhorabuena.

- Cuando veo una mujer, como pintor, veo una curva. Cada mujer tiene una, pero no sólo una curva física, también mental.

- Y como zoólogo ¿qué ve en una mujer?

- Me apasiona el mimetismo entre los labios de arriba y los de abajo y entre pechos y nalgas...

-¡Qué poderosa semiótica!

- Y como hombre ¿qué ve en una mujer?

- Me enamoro de la dulzura, la calidez y el sentido del humor. Es el sentido del humor compartido el que nos ha mantenido unidos a mi esposa y a mí durante toda una vida.

- ¿No le tentó la poligamia habitual entre nuestros hermanos primates?

- El hombre, en realidad, es monógamo.

- ¿Aunque lleve su monogamia en secreto?

- Usted lo cree irónico, pero acaba de decir una gran verdad. En muchas culturas, el poderoso se ve obligado a ser polígamo, porque la posesión de muchas esposas es un signo más de estatus. Pero, aunque haya muchas concubinas, siempre existe una favorita: eso en puridad zoológica se llama monogamia.

- O sea, que lo de "dos mujeres a la vez" es biológicamente improbable.

- Puede haber dos mujeres a la vez, pero en realidad hay una esposa y la otra. Siempre hay una que es la mujer. La otra tiene un papel secundario que complementa más o menos al varón, pero su inversión emocional, el varón la realiza sólo en una mujer, una pareja, aunque, por supuesto, ese lugar prioritario en sus afectos y su economía pueden ir ocupándolo diversas señoras sucesivamente.

- ¿Por qué somos seres de una sola mujer?

- Porque sólo podemos preocuparnos realmente de una camada, aunque podamos haber engendrado varias. Y la naturaleza jerarquiza nuestra dedicación para optimizar las posibilidades de éxito sucesorio.

- ¿No hubo nunca un polígamo de verdad?

- Con mi equipo de investigadores y antropólogos estuvimos buscando por todo el planeta al menos un caso de poligamia real, es decir, un polígamo que diera exactamente el mismo trato a todas sus hembras y los descendientes que tuviera con cada una.

- Y...

- No lo hallamos. Filmamos a un famoso brujo y cantante de rock en Camerún que había llegado a coleccionar hasta 58 esposas...

- Debió de pasarlo fatal, el pobre.

-... pero siempre tenía una favorita...

- Ella. Siempre ella.

-... aunque nuestro brujo rockero celebraba una gigantesca fiesta de esponsales cada vez que cambiaba de favorita.

- Pues como tantas celebridades del rock.

- ¡Y todas las chicas del coro estaban casadas con él! En realidad era monógamo, aunque, para aparentar ante la tribu, el pobre hombre se veía obligado a parecer polígamo.

- Agotador.

- Lo mismo sucedía con un rey de Tahití que investigamos: llegó a tener 28 esposas repartidas cada una en una casa por la isla. Pero siempre había una con la que estaba más tiempo y cuya progenie protegía con más dedicación y recursos. El hombre puede tener muchas parejas, pero una sola dueña.