sábado, julio 19, 2008

De lo sublime a lo patético en cuatro horas y media

Esta anotación también podría llamarse "de lo sublime a lo patético desde la Cineteca Nacional hasta Plaza Universidad", o bien, "de lo sublime a lo patético desde Irán hasta los Estados Unidos".

Me refiero a dos filmes que he visto en la víspera. El primero, Persépolis (Paronnaud y Satrapi, 2007) y el segundo, 21, Black Jack (Luketic, 2008).

En el primer caso, una buena historia y mejor contada. En el segundo, nada más previsible que este culebrón con pretensiones cientificistas. En la primera, una mirada hacia temas casi nunca abordados en Occidente, por ejemplo, la vida de la sociedad de Oriente cercano, en este caso, del multicitado y poco estudiado Irán. En la segunda, la clásica fórmula norteamericana: un chico bueno que es tentado por alguien, que sube, triunfa, se engolosina, cae bajo, pero después de una reflexión, vuelve a sus orígenes y triunfa de manera honesta. En suma, Persépolis vale la pena, 21 es una mierda.

Quizás lo único que criticaría de la primera es el personaje principal en su versión infante: no tolero a esos críos dizque sabelotodo y preguntones-jodones que no se pueden estar quietos un segundo bajo la venia de sus padres. Es todo. Por lo demás, una gran obra. De la otra, pues, ya algún día saldrá en formato DVD, para los despistados que quieran perder su tiempo (como yo).




La protagonista hecha carne y hueso.