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Creo que la mejor transmisión a la que los mexicas podemos tener acceso para ver esos Juegos Olímpicos asiáticos en horarios criminales no pasa por las clásicas y nefastas Televisa y Televisión Azteca. No. Más bien lo hace por un canal de esos chafitas y escondidos de la señal del cable que se llama TVC Deportes.

En efecto. Si algo nos demuestra la televisión naconal es que, a más dinero, a más producción, a más comentaristas exclusivos y a más equipo técnico desplegado, más basura televisiva se produce.

Ahí están para comprobarlo las mencionadas televisoras. Entre más gastan y entre más tecnología invierten (dicen), peores resultados dan. En contraste, la otra, con su plató como de televisora estatal de Nayarit, con sus comentaristas sencillos y humildes (me refiero a su indumentaria, no a su carácter), con sus producciones hechas en Power Point de Office 97 se notan más frescos y más asequibles a la mayoría.

Sin duda, durante estas Olimpiadas se extraña a Andrés Bustamente y a su sección del Güiri-Güiri. Ahora lo que tenemos son puros imitadores de él. También, cómo no, a José Ramón Fernández. No es lo mismo ver a ese ícono al frente de las transmisiones que al imberbe André Marín vociferando cada nota como si fuese el anuncio de la Segunda Venida de Cristo --venida de llegada-- o de la versión revisitada del Diluvio Universal.

En fin.

En otros temas, hay algo que me preocupa asaz: la fecha en que van a estrenar el filme Shine a light de los Rolling Stones en esta ciudad.

Según los reportes periodísticos, esto debía ocurrir en agosto, es decir en el mes en que nos encontramos ya casi rozando la mitad del mismo. Y, a la fecha, nada. De hecho, en los adelantos del cine comercial se ve de todo, menos a la producción de Scorsese.

Desde ahora estoy previniendo que los empresarios cinematográficos de este país salgan con su domingo siete de que no, que siempre no la van pasar porque su proyección no garantiza recuperar la inversión. Digo, no sería la primera vez que por razones presupuestales y de malos gustos reafirmamos nuestra condición de sociedad del Tercer Mundo.

Espero con fervor que no.