Gracias
Agradezco de corazón a todos aquellos que me han dado su respaldo en estos días tan difíciles. Como algunos ya saben, mi madre falleció el sábado 19 de noviembre. Sin su apoyo todo habría sido más difícil.
Nos veremos pronto por aquí.
M.
La bitácora del sector público y la vida privada. Septiembre 18, 2003-2009.
Agradezco de corazón a todos aquellos que me han dado su respaldo en estos días tan difíciles. Como algunos ya saben, mi madre falleció el sábado 19 de noviembre. Sin su apoyo todo habría sido más difícil.
Lo que anexo a continuación es lo que mañana debe aparecer en el diario donde colaboro, así que es algo así como una primicia de la Región 4. Asimismo, va un texto de Juan José Millás aparecido hoy en El País. Por cierto, hasta hace unos días descubrí que de nuevo puedes volver a leer las notas de ese diario de manera gratuita. Una buena noticia entre todo este mar de sinsabores.
En ocasiones quisiera que todo volviera a ser como hace un mes. Un poco de esa rutina común que harta, pero que hoy extraño. Ver el fútbol en la casa, leer el diario, despedirnos los domingos por la tarde.
Como buenos latinoamericanos que son, V. Fox y H. Chávez se han dado un entre de esos que quedan en qué, pus qué, pus qué de qué, pus como veas, qué qué qué, pus órale, éntrale, qué, ¡¡mmnnnaaaaaahh!! Es decir, mucho ruido y pocas nueces. Con esto no estoy diciendo que todos los remisos de las clases 1987 en adelante seamos llamados en estos días a nuestros respectivos cuarteles y zonas militares establecidas en las cartillas, con el fin de uniformarnos e invadir a ese país exportador de misses universo por el puerto de Maracaibo. La verdad, aunque el presidente municipal Fox no sea santo de nuestra devoción, sí da mala sensación de que primero ande tirando la piedra y luego, cuando vea que le ha salido un guapo engallado, bocón y gandalla, se acongoje y salga con la frasesita gay de "a otra cosa, mariposa", la cual deja en muy mal sitio a la histórica virilidad mexica. Mientras el tal Chávez sale con el folklorismo ese de que lo va a espinar si lo menea, nuestro Ejecutivo no tuvo otra respuesta mas que hacer alusión a la monarca que viaja desde Canadá hasta Michoacán. Algo así como decir "hola, crayola", "salín, balín", "oki doki" u otros recursos de la mexicanidad light y francamente arcaica. Ya nada más le faltó decirle "cámara, no te azotes, ñis". Esto creo que también lo ha entendido la sección QRR de Milenio Diario en voz de Rafael Tonatiuh. El buen hombre ha dedicado --por esta razón-- un pedazo de su tiempo en pensar cómo responderle al ex militar convertido en trovador de la sabana, con el fin de que el orgullo tricolor no quede en deshonra, sobre todo si pensamos que en México eso de los duelos verbales es algo que tradicionalmente se nos da (al igual que el boxeo). Al respecto, recordemos esa vieja peli en blanco y negro en donde aparecen P. Infante y J. Negrete en intenso debate al son del huapango. Esos sí eran hombres y no pedazos, dirían las abuelas al comparar al Charro Cantor y al guanajuatense cocacolero. En fin. Por su alto valor cívico y de neo símbolo patrio, aquí reproducimos estas coplas aparecidas hoy en la referida sección de ese diario. Si nos leen en Venezuela, avísenle a los del programa Aló Presidente que aquí también hay llanos, cerros y poetas que en el aire las componen. Yo soy como tu papito en la sabana y la OEA, por mí responde hasta El Peje, por ti, ni Miss Venezuela. Yo soy el águila _mocha que donde quiera se mete, tápame el pico y los pies y come y después vete. Los populistas son peores al hablar de mala gana no mandes embajadores mejor mándame una hermana. No huelo tu aroma, espino, ni te oigo ni te veo no por dármelas de fino sino porque estás requetefeo. Ya lo dijo a voz en cuello el bardo José Luis Borgues eso que dijiste en verso te lo repetiré a golpes. En albures no compito ni en México o Venezuela, o le paras sanguijuela o te acuso con Bushito. Ya entrados en gastos, Presidencia de la República debería aliarse con la Federación Mexicana de Fútbol y convocar a un partido amistoso-belicoso entre las selecciones de ambos países con el fin de resarcir los daños. Los nuestros no son el portento en la cancha, pero los venezolanos están aún peor. Así que, por lo menos, llevamos las ganar en ese terreno. Cosa totalmente diferente si nos batiéramos sobre el diamante. Aunque, a decir verdad, ¿a quién le importa que ya no seamos amiguitos de ese país del Caribe? El problema es que con los desplantes de nuestro presidente no sólo es ese país (?) el que nos da la espalda. Ya traemos encima a Cuba y, en parte, a Argentina. ¿Quién seguirá? Lo peor de todo, según Fox defiende la posición de Estados Unidos y a la hora de la verdad estos nada más no lo respaldan como se esperaría. |
Esta semana están en México dos de las vacas sagradas contemporáneas en ciencias políticas. Ambos italianos. Giovanni Sartori viene a presentar su libro La Tierra Explota y el segundo, Michelangelo Bovero, no sé bien a qué, pero hoy por la mañana lo presentó Carmen Aristegui en su noticiario de radio.
Hay que intentar volver un poco a la normalidad. En Francia arden los coches. Hoy he visto un cartón muy bueno --creo que en Reforma-- donde el autor hace un paralelismo con lo que sucedía en 1968 y lo que ha pasado estas noches de otoño. En el primer caso el lema era "la imaginación al poder". En el segundo "la marginación al poder". Mucha gente ha soltado un rollo de tolerancia y armonía que, en mi opinión, no tarda mucho en sostenerse. Es decir, desde aquí nuestros analistas dicen que el problema en los suburbios parisinos se debe a que los franceses no dejan integrarse a los migrantes de sus ex colonias (algo parecido a los norteamericanos como Huntington y nuestros paisanos). Un argumento simplista, en mi opinión. El punto --pienso-- no está en sólo abrirles las fronteras y darles asilo. A final de cuentas es cierto, los mozambiqueños, marroquíes, argelinos, turcos y demás están ahí porque alguna vez ellos, es decir los europeos, estuvieron allá. Sí. Pero eso no quiere decir que la gente no tenga derecho a defender lo suyo. Ya quisiera ver que nosotros estuviésemos en una situación similar. Claro que seríamos intolerantes con los extranjeros, con los extraños, con los foráneos. Me refiero a que quizás no con un alto grado de violencia los mexicanos reaccionaríamos de manera hostil con los visitantes, pero sí veríamos con reservas el que otros llegasen a nuestro sitio. Nosotros hablamos desde el otro lado de la situación: la de los países pobres que buscan mejores oportunidades. Pero, ¿y si fuésemos los ricos? ¿En serio seríamos tan buena onda para permitir que centroamericanos y sudamericanos vinieran a instalarse a nuestro país y, además, a exigir que se les diese empleo, seguridad social, vivienda y demás beneficios, en especial cuando dichos temas no han sido resueltos en grados razonables para los locales? De hecho, escribo esto y pienso en las reacciones que he visto en mucha gente con la llegada de una oleada de argentinos a México en los últimos años. Al principio, todos deslumbrados y hospitalarios con estos. Claro, arremetieron con furia en empleos como el modelaje y la conducción. Pero, ¿después? Al menos mucha gente que conozco dice ya basta de argentinos en México. Y eso que no somos un país que se caracterice por recibir marejadas de migrantes con el fin de quedarse a vivir aquí. En México casi no hay negros, ni árabes, ni musulmanes. Pero, ¿qué importa? Con nuestros ejemplos sobra. Ahí están, como muestra, los problemas entre católicos y evangélicos tanto en Chiapas como en Hidalgo, también los incontables conflictos por fronteras territoriales entre n ciudades del país (por ejemplo, Puebla y Cholula). ¿Qué me dicen del trato que le dan a los provincianos en el DF y, claro, de estos en las ciudades de provincia? No me digan que un migrante cuando regresa a su terruño con súper camioneta y costumbres pochas no ejerce un cierto tipo de discriminación contra su gente, a la que ahora considera, digamos, atrasada e inferior. Mi punto no es justificar la violencia ni de un lado ni de otro. Más bien estoy por decir que, en primera instancia, los problemas no vienen de las decisiones del gobierno francés o de los migrantes de los suburbios, sino de los gobiernos de esos países pobres que, enfrascados en la corrupción hasta la médula, no proveen las condiciones necesarias para que sus habitantes no tengan la necesidad de salir a exponer la vida en ambientes agrestes. Y eso incluye, pero por supuesto, al nuestro. Vivimos en un planeta global que lo que ha generado es un sentimiento radical sobre lo local. (Re)leer a Ortega ROGER JIMÉNEZ La historia se repite con tediosa puntualidad. De la violencia que crepita en Francia parece que sólo nos interesa saber si está confinada al mapa galo o si nos despertaremos un día con los “bárbaros” en nuestro dormitorio. De nuevo acuden interpretaciones y análisis, unos menos afortunados y solventes que otros, sobre el efecto thermidor en el país vecino, cuando bastaba con releer (o leer, según cada caso) “La rebelión de las masas”, el profético libro que escribió Ortega y Gasset hace 75 años y que hoy resulta tan actual como entonces. El capítulo titulado “Por qué las masas intervienen en todo y por qué sólo intervienen violentamente” es sorprendentemente esclarecedor del fenómeno y sus consecuencias en Europa, donde lo nuevo, afirma el filósofo y humanista, “es acabar con las discusiones, y se detesta toda forma de convivencia que por sí misma implique acatamiento de normas objetivas, desde la conversación hasta el Parlamento pasando por la ciencia. Esto quiere decir que se renuncia a la convivencia de cultura, que es una convivencia bajo normas, y se retrocede a una convivencia bárbara. Se suprimen todos los trámites normales y se va directamente a la imposición de lo que se desea. El hermetismo del alma (...) que empuja a la masa para que intervenga en toda la vida pública, la lleva también, inexorablemente, a un procedimiento único de intervención: la acción directa”. En nuestro país no asistimos, hoy por hoy, a la combustión de coches en cadena, pero sí a una violencia verbal que nos otorga el sospechoso privilegio de vivir en el territorio con la mayor densidad de malhablados por kilómetro cuadrado en el mundo. Las grandes cuestiones merecedoras de debate se resuelven muchas veces con sonidos que van de los pulmones a la boca sin pasar por la mente. Existe, además, un pseudoperiodismo que escenifica polémicas artificiales para alentar el conflicto y la provocación. Las discusiones que escuchamos o leemos en ciertos medios tienen poco o nada que ver con la misión del periodismo de ilustrar al ciudadano y sí con dudosas causas ajenas al verdadero trabajo del periodista. De este modo, han convertido el insulto en un género literario. “Me gusta ser el único que habla –decía un dictador sudamericano-, me ahorra tiempo y discusiones.” También Ortega se ocupó se este fenómeno tan nuestro con admirable precisión: “La escasez de la cultura intelectual española se manifiesta, no en que se sepa más o menos, sino en la habitual falta de cautela y cuidados para ajustarse a la verdad que suelen mostrar los que hablan y escriben. No, pues, en que se acierte o no –la verdad no está en nuestra mano-, sino en la falta de escrúpulo que lleva a no cumplir los requisitos elementales para acertar. Seguimos siendo el eterno cura de aldea que rebate triunfante al maniqueo sin haberse ocupado antes de averiguar lo que piensa el maniqueo”. Lo dicho, (re)leer a Ortega. |
Los hijos de la patria.
Y no están tan equivocados, es peor este grupo de jóvenes que no creen en nada, menos en un Estado que no les sirve, que los ilusos idealistas que creían poder cambiar al mundo.
Va desde aquí nuestra solidaridad al maese Manolo, en estos momentos de presión.
Tener a un familiar enfermo y en cama es una de las situaciones más difíciles por las que puede atravesar alguien. Más si se trata de la madre. Desde que fue internada el sábado 29 de octubre hasta el día de hoy han pasado muchas cosas duras que sólo imaginaba, pero que no pensé --o al menos no esperaba-- afrontar. Estar en hospitales públicos y, sobre todo, en las salas de urgencias de estos es una experiencia extrema. Largas esperas, tomas de decisiones cruciales, observar en vivo y en directo el dolor y el sufrimiento humano, enfrentar la cuestión de la fragilidad de la existencia y ver lo que todos sabemos que pasa en esos sitios, pero que nadie desea tener enfrente.