miércoles, octubre 31, 2007

De conciertos y Joaquín Sabina

Por estos días se están presentando en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México el andaluz Joaquín Ramón Martínez Sabina y el catalán Joan Manuel Serrat por la gira Dos pájaros de un tiro. Desde que me enteré de la noticia no me dio mucho interés en asistir.

A Sabina lo descubrí a finales de la década de 1980. Fue en la radio del pueblo, la cual, por cierto, sigue siendo la misma y sigue teniendo la misma potencia de transmisión desde su origen en 1960. Ahí daban algunos programas, digamos, culturosos, en los que los locutores ponían canciones, digamos, alternativas para aquella época. Me explico. Frente a la vorágine de los grupos pops que inundaba los programas de complacencias y de concurso a cualquier hora del día, en las noches podías encontrar a Rockdrigo González, a Botellita de Jerez y, claro, al de Jaén, entre otros, como una especie de salida de emergencia musical. Ahí fue donde escuché en una noche de abril “Así estoy yo sin ti”, la cual, sobra decirlo, me generó un clic inmediato. Quien escribiera cosas del tipo “inútil, como el semen de los ahorcados, amargo, como el domingo del jubilado” no podía ser otra cosa menos que una cierta inteligencia superior. Después vinieron “Besos de Judas”, “Mónica” y las clásicas del álbum El hombre del traje gris (“Nacidos para perder”, “¿Quién me ha robado el mes de abril?”). En mi entusiasmo mostré esas canciones a otros colegas y así, en una especie de boca a boca involuntario, se fue diseminando la afinidad con este tío entre la comuna cercana.

Más allá de que uno suele quedar prendado de las letras de Sabina desde un primer momento por su contundencia y humor, por ejemplo, en temas como “Whisky sin soda” e “Incompatibilidad de caracteres”, estoy seguro que lo que nos unió a su figura fue esa combinación de inteligencia e irreverencia, aderezada con rock, la cual pasaba –por mucho—de las horrorosas opciones disponibles de música culturosa encarnada en los Silvios Rodríguez, los Pablos Milanés, los Caítos, los Mexicantos, los Amaurys Pérez y toda esa fauna nociva de música de “protesta” y “para pensar”. Con Joaquín uno podía declararse pensante, pero sin caer en la estética de la nueva torta cubana.

Fui fan de Sabina varios años. Aunque… antes de continuar releo esta frase y siento que aún no me convence como expresión lapidaria. Es decir, de repente lo pongo en el iPod y algunas de sus canciones siempre son bien recibidas (como “La del pirata cojo”, “Es mentira”, “Barbi superestar”, “El blues de lo que pasa en mi escalera”). A pesar de que no asistí a sus recitales en el Rock Stock de la Ciudad de México (el primerísimo de todos), en el Planetario de Puebla o en el mismo Zócalo, si me siento orgulloso de haberlo visto en la Alhóndiga de Granaditas durante la clausura del Festival Cervantino de 1996. En mi opinión, ese momento fue el pináculo de su carrera: el legítimo heredero de una tradición de cantautores en la que se incluyen a los enormes Tom Waits, Leonard Cohen y, quizás, hasta el viejo Bob. En aquel octubre de hace 11 años ahí estaba el andaluz en Guanajuato, bajando de la camioneta, posando con gafas oscuras frente a la sala de prensa y, por la noche, saliendo al escenario totalmente intoxicado, pero siempre con bastante elegancia y porte.

Las otras dos ocasiones que asistí a sus conciertos fueron en el Auditorio. Primero, por ahí de 1997 en el segundo piso y, finalmente, hace un año por su regreso al país con la gira Ultramarina después del asunto de la enfermedad y el luto que lo tuvo apartado de los escenarios.

Y, bueno, regreso al tema: fui fan de Sabina varios años. Pero, repito, no termina por convencerme lo anterior. Es decir, hay una batalla interna. En el último concierto sí me emocioné, sí canté sus canciones, sí valió la pena haber comprado los boletos. Pero…, pero…, pero… No sé, algo falta, algo no encaja al 100, algo se perdió en el camino.

Afortunadamente, hoy he leído un texto que me ha ayudado a saber qué ha sido eso que no cuaja en el ambiente cuando se habla de Sabina. Veamos.

Seguí a Joaquín Sabina con la fidelidad de un admirador serio hasta Esta boca es mía y hasta que ondeó la bandera más bien dudosa de una rara identidad nacionalista en su trabajo creativo (tal vez quería enseñarnos a ser mexicanos). Resucitar a la infumable Chavela Vargas, hablar del tequila como de un elíxir, del sombrero de charro y del corrido; en fin, le quitó lo que me entusiasmaba: su impulso urbano inconforme con el destino. Tiempo después le compuso no sé qué cosa al subcomandante Marcos y el fanfarrón encapuchado le contestó y tuvieron su romance y yo me jubilé de Sabina (Rafael Pérez Gay, “De Serrat a Sabina”, en El Universal, octubre 31, 2007).

¡Exacto! Eso es, creo, lo que yo también he experimentado respecto a Joaquín. Los últimos discos me han generado cierto prurito al escuchar ese exceso de ritmos ajenos a su naturaleza urbana, española y madrileña. ¿Qué afán de meter conga, huaracha, salsa, merengue, norteñas, rancheras y milongas en sus producciones? ¿Asegurar vender más en el siempre generoso mercado latinoamericano? ¿Darnos una palmadita en la espalda por seguir siendo fieles? ¿Ese sentimiento de culpa de los habitantes de las ex metrópolis para con sus ex colonias? ¿Un verdadero homenaje a estos ritmos exóticos? No lo sé. Pero desde que oí a la Guzmán gritar “¡y que viva la madre!” en Yo, mi, me contigo, o bien, soplarme una y otra vez “Y nos dieron las diez” o “Noches de boda” a gritos por auténticos mexicanos me parece, por decir algo, bastante dudoso. Es como si un nacional les fuera a cantar una jota a la península y todos deliraran por ello.

Además, también he observado un fenómeno que creía exclusivo de los culturosos que he mencionado líneas arriba. En lo personal, Silvio, Pablo, Amaury y toda esa pléyade de personajes me dan igual. Si hacen, dejan de hacer, componen, callan, se declaran socialistas o si se cambian a la derecha, si se quedan en Cuba o si vienen a México es perfectamente intrascendente para mí. Lo que me jode son sus fans. Esos son los que echan a perder todo. Bueno, pues creo que con Sabina se ha creado una masa de seguidores que, más que rendirle culto con su veneración, lo único que han hecho ha sido ubicarlo en la categoría de inefable héroe culturoso. Un Arjona de la clase media pretenciosa, para acabar pronto.

En lo personal, me quedo con el Sabina de sus primeros discos, de aquellos que tenían más rock y menos rumba, de aquellos que nos hablaban de cuestiones urbanas, de amor y de ingenio, por encima de alegatos morales políticamente correctos y de ritmos huapachosos y bravíos.

Para terminar resuelvo mi cuestión existencial: la frase “fui fan de Sabina varios años” es falsa. Sigo siendo. Pero, por favor, una atenta petición: ¡aléjenme de sus fans!

martes, octubre 30, 2007

El "subidón" del "animal político" en "bluyines" entra en el diccionario

Las 22 academias de la lengua anuncian los nuevos vocablos admitidos

EFE

Las 22 Academias de la Lengua Española han incorporado al Diccionario académico voces coloquiales como "animal de bellota", "cuerpo de jota", "modernez", "fisio", "neura" y subidón"; términos usados en América como "aeromoza" y "nocaut", y expresiones más propias de España como "perder aceite" o "rebotar".

Estas son algunas de las 4.618 modificaciones que desde junio de 2004 hasta diciembre de 2006 han ido aprobando estas instituciones y que, a partir de ahora, se podrán consultar en la página web del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que recibe un promedio de 750.000 visitas diarias.

Términos informáticos: de 'descargar' a 'minimizar'

Una amplia selección de novedades, entre las que figuran términos informáticos tan usados hoy día como "colgar", "descargar", "maximizar" o "minimizar", fue presentada hoy durante la inauguración del Centro de Estudios de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, en un acto que estuvo presidido por la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

Los avances tecnológicos permiten la constante actualización del DRAE y, así, desde que se publicó la XXII edición del Diccionario en 2001, las Academias han incorporado a la página electrónica un total de 17.310 modificaciones, de las cuales unas 5.000 son voces y acepciones nuevas.

Los académicos suelen estar atentos al lenguaje de la calle y si hace unos años habían admitido expresiones coloquiales como "vender la burra" o "comer la moral", ahora le dan entrada a "animal de bellota" ("persona ruda y de poco entendimiento"), "cobardica" (persona timorata), y al buen humor y ganas de divertirse que supone tener "cuerpo de jota".

Al ámbito coloquial pertenecen también los érminos "fisio", (fisioterapeuta), "modernez" (forma despectiva de aludir a la modernidad), "neura" (persona "muy nerviosa, obsesiva y maniática"), "nota" (individuo), "subidón" (de fiebre, por ejemplo) y "paganini", es decir, "la persona que paga, generalmente por abuso, las cuentas o las culpas ajenas".

Americanismos: del 'aeromozo' al 'nocaut'

El Diccionario hace tiempo que dejó de reflejar sólo el spañol de España y cada vez incorpora más voces procedentes de América. En la lista de novedades difundida hoy figuran algunas como "aerobismo"(deporte consistente en correr al aire libre), "aeromoza" y "aeromozo" (azafata y azafato de aviación), "bluyín" (pantalón vaquero), "blúmer" (braga) y "panti" (leotardo), y "nocaut", es decir, ese "golpe que deja fuera de combate" al que lo recibe.

También se incorporan voces y expresiones habituales en España, como "perder aceite", que, en sentido irónico, alude al hombre que muestra "maneras de homosexual"; "animal político", esa persona que "revela cualidades innatas para el ejercicio político", y el tan habitual "canguro" que se encarga de cuidar a los niños en ausencia de los padres.

"Rebotar", es decir, "enfadarse vivamente por palabras o acciones de otros"; "deportivas" (zapatillas de deportes), "guadianesco" (que aparece y desaparece) y la coloquial "de culo" (hacia atrás), son expresiones empleadas igualmente en España.

Para cultos: 'fátum' e 'iridiscente'

Pero que no se preocupen los amantes del lenguaje culto, porque las Academias le han dado el visto bueno a voces como "fátum" (hado), "iridiscencia" ("reflejo de colores distintos, generalmente como los del arcoíris" -palabra, por cierto, que figura escrita así en el informe, pero que aún no consta como vocablo compuesto en el diccionario-), "promisor" (prometedor), "reminiscente" (que evoca a alguien o algo anterior en el tiempo) y "sapiente" (sabio).

El Diccionario se ha visto enriquecido además con numerosos términos técnicos. De la informática llegan "bajar", "bus", "navegador" y "subir", y del ámbito legal proceden "inadmitir", "publificar" y "supletorio".

Voces médicas: de 'atroscopia' a 'ionizar'

Al campo de la medicina pertenecen "anfetamínico", "artroscopia" y "colonoscopia"; al de la física, "convector", "ionizar" y "excitar" ("hacer pasar un electrón de un nivel cuántico a otro más elevado en un átomo o molécula"), y de la química proceden voces como "anodizar", "biogás", "interfase" y "lisérgico".

Del lugar de origen

Creo que la operación ha dado buenos resultados. A excepción de una pequeña protuberancia en uno de los cuatro orificios que me hicieron en el abdomen, todo marcha bien. Claro, de repente tengo esa sensación de asfixia cuando comienzo a comer o de no poder ingerir más cuando aún resta la mitad del contenido del plato. Minucias. Ahora puedo tomar café y comer cosas picantes sin tantos remordimientos. Pienso que es lo justo: después de que te han removido las entrañas debe haber algún tipo de beneficio para aquel que lo padeció.

El fin de semana estuvimos en el pueblo. Frío, nublado y lluvioso. Como siempre ha sido. Ahora un poco más sucio que de costumbre por toda la basura electoral que inunda sus calles, sus esquinas, sus áreas comunes. Rostros de tipos que quieren gobernar ofreciéndonos cualquier clase de promesas vacías. Logotipos y colores partidistas en solitario o en alianzas inverosímiles. Viejos conocidos de nosotros porque los hemos visto una y otra vez seguir en el juego de la política municipal. La elección se acerca y, pienso, los resultados no arrojarán absolutamente nada nuevo. Creo que es mejor así.

Como cada mes visité la tumba de mis padres. Me agrada ir los domingos por la mañana, o bien, los sábados por la tarde. Difícilmente encuentras a alguien y eso permite experimentar a tope la paz del cementerio. Nada de niños corriendo y jugando con las cruces, ni tampoco miradas curiosas de los demás. Imagino lo que se debe vivir en ese lugar los días 1 y 2 de noviembre. Un catálogo de lugares comunes de toda esa gente que, durante un largo año no recuerda a sus seres queridos, pero que en un solo día intentan hacer todo al mismo tiempo, es decir limpiar el sepulcro, llevar flores (carísimas en esas fechas), cambiar las cruces, cortar el césped, rezar y platicar con los que se han ido. Algunos hasta llevan música y comen alrededor de la tumba. Yo prefiero ir 12 veces al año sin que haya nadie alrededor.

Cuando estoy en el pueblo encuentro a mucha gente conocida. Antiguos compañeros de clase, sobre todo. La mayoría con vidas y rumbos totalmente diferentes a como los conocí entre 1981 y 1993. Imagino que la curiosidad es mutua. ¿Qué hará ahora?, nos preguntamos en silencio. Regularmente todo se limita a un saludo breve y a una promesa –casi siempre incumplida—de buscarnos después.

Otra visita obligada es al mercado municipal para abastecernos de tomates y chiles verdes para preparar la salsa que acompaña a los multifamosos antojitos de la zona. También para comprar un poco de carne del local del padre de un ex compañero de escuela. La última parada obligada es para adquirir una buena cantidad de tortillas magistralmente blancas y suaves (las que venden en la Ciudad de México siempre me han parecido bastante inferiores). Antes de partir viene la espera en la horripilante estación de autobuses, rodeado de padres y amigos de toda esa multitud de chavales que, como yo lo hiciera alguna vez, viajan cada semana a las ciudades cercanas a cursar la educación superior. Los familiares los despiden como si estuvieran embarcándose a Irak y los chicos reflejan en sus rostros esa sensación de libertad que les da alejarse de sus casas durante cinco días.

A veces me pregunto qué haría en este momento si continuase viviendo allá. No lo sé. A lo mejor tendría un negocio propio, o daría clases en la universidad local o trabajaría para el Ayuntamiento (en un escenario bastante optimista). Repito, no lo sé. Aunque una cosa sí está más o menos clara: allá es muy difícil pasar desapercibido en lo que digas, hagas o dejes de hacer. A pesar de que no digas, hagas o dejes de hacer algo medianamente interesante.

lunes, octubre 29, 2007

Del origen de la amistad

Es bastante recordada la anécdota de que Mick Jagger y Keith Richards se conocieron y atrajeron mutuamente por unos acetatos, es decir por unos viejos discos de blues norteamericano. El primero llevaba una buena cantidad de producciones de Chess Records bajo el brazo mientras paseaba por las calles de Londres, las cuales llamaron inmediatamente la atención de Lord Richards, quien también era fanático de la música que producían los afroamericanos lumpen de este continente. Esa complicidad surgió por 1962 y desde ahí hasta la fecha con los impresionantes y magníficos resultados que ya conocemos.

Bueno, pues guardando las distancias correspondientes, mi amistad con el buen Pancho Gómez ha tenido un inicio que guarda algunos tintes de aquella vieja epopeya mítica de la historia de la música contemporánea.

A finales de la década de 1980 ambos vivíamos en el pueblo, ambos éramos desconocidos y ambos habíamos visto en la tienda de discos del Centro un álbum de los Rolling Stones que se convirtió en nuestro objetivo, faro, guía y coordenada existencial. Se trataba de Steel Wheels, producción de 1989 de la banda de rock más grande que alguna vez haya pisado este planeta, el cual tenía en la portada las famosas ruedas de acero en negro y gris.

Yo había estado rondando de manera insistente la discoteca con la finalidad de asegurarme que siguiera ahí el objeto de mi deseo mientras reunía la cantidad de dinero necesaria para llevarlo a casa (algo así como 14 mil pesos de aquella época). Un día lo logré y fui directo a la tienda, lo busqué, lo encontré –con ciertas dificultades—y lo compré. Entonces, experimenté por primera vez esa felicidad y éxtasis que siempre tengo cuando adquiero algo nuevo de los Stones. Después compré ahí mismo el Flashpoint (la recopilación de los conciertos que dieron entre 1989 y 1990 por la gira de Steel Wheels).

El punto radica en que a Pancho no lo conocía y, cuando lo hice fue, primero, porque traía el disco rojo de El Tri bajo el brazo (Simplemente) y eso como que nos generó cierto interés mutuo una tarde después de haber jugado volibol en la cancha del Sindicato Petrolero. Después –y aquí viene lo bueno—porque durante una ingesta de alcohol (ya éramos conocidos) me confesó que “alguien” le había arrebatado el disco de los Stones de la discoteca Castillo. Es decir, él también había visto el álbum, lo había estado merodeando y, justo un día antes de que yo fuera a comprarlo, lo había “escondido” entre otros discos para asegurarse de que nadie se lo llevara ante la inminencia de su compra.

Esa historia es cierta porque, cuando fui a por el álbum, me costó cierto trabajo encontrarlo, ya que no estaba en su lugar tradicional. Entonces, adivinen quién había sido ese “alguien” que le había arrebatado el disco al Pancho unas horas antes de que arribara al local.

Desde entonces nos convertimos en colegas, lo cual se fue haciendo más sólido por la intervención de esos factores críticos de éxito en las relaciones sociales como lo son el alcohol, el fútbol, los proyectos y los años.

Ahora él vive con su mujer en el pueblo y yo con la mía en la ciudad, pero ambos seguimos siendo fanáticos de los Stones e hinchas de Pumas (y colegas, claro). De hecho, fuimos juntos al concierto de 1998 en el Foro Sol por la gira Bridges to Babylon, aunque ocupamos lugares separados (por cuestiones que en alguna otra publicación confesaré).

Contacto

Escribo estas líneas desde mi lugar de trabajo en el Ministerio. He regresado después de tomar la primera semana de mi primer periodo vacacional de este 2007, la cual, sumada a las dos que estuve fuera por la operación, dan como resultado que, a finales de este octubre, sólo habré laborado alrededor de ocho días efectivos. Esto sonaría bastante bien, sin embargo, los periodos que estuve tanto en el hospital como en casa convaleciendo no se pueden considerar propiamente como vacaciones. En fin. Hoy estamos ya en la víspera de noviembre y el frío nos indica que se acerca el invierno mientras intento retomar el hilo de esta rutina cotidiana.

Miro a mi alrededor y encuentro la clásica escenografía burocrática sin grandes cosas nuevas que contar. Todos están concentrados en sus monitores o en lo que están leyendo. Al menos, eso nos hacen creer de un vistazo. La pesadez del lunes se refleja en nuestros rostros y en nuestras actitudes. El clima también hace su parte: todos –o al menos una considerable mayoría—desearían estar en sus casas acostados, viendo la televisión y bebiendo café o algo más fuerte. Unos llegan tarde a hurtadillas y otros están aquí envueltos en cualquier cantidad de abrigos y suéteres.

Esta semana será corta. El próximo viernes es día de asueto laboral y no vendremos por aquí (claro, a menos de que surja alguna cuestión inesperada). A mediados de noviembre habrá un puente largo (el de la Revolución) y en aproximadamente 45 días seremos testigos del arribo de las vacaciones de fin de año con todo y sus fiestas y sus brindis. Mientras eso llega, la vida fluirá de manera lenta, lenta, lenta.

No recuerdo exactamente quién lo dijo, pero estoy de acuerdo con esa expresión que afirma que cuando uno la está pasando bien el tiempo pasa más rápido que lo acostumbrado. La semana de vacaciones se me ha ido como un suspiro y hoy, aquí, el mismo periodo se me plantea como un verdadero cuesta arriba largo y tedioso. Y en teoría se trata de un menor número de días. En fin. Creo que estoy sonando bastante quejica, así que haré una pausa para ocuparme de aquello por lo que realmente me pagan al estar aquí. Sin embargo, necesitaba escribir esto para volver a sentir el teclado de la computadora y familiarizarme con el medio ambiente inmediato.

viernes, octubre 26, 2007

Viernes no laboral

Antes de que pase cualquier otra cosa, aquí va ya la publicación de los viernes.

Este día es diferente porque no es laboral para mí. Estoy de vacaciones. Aunque también tiene un punto negativo: es el último de los disponibles. Así que, ante la angustia de verme en el umbral del regreso a la oficina, quiero hacer de todo en los instantes finales: terminar de arreglar mis papeles, adelantar los pendientes de las clases, leer algunos libros, mirar la televisión, salir, escribir, en fin, una lista bastante larga de asuntos que, estoy seguro, no haré porque la presión me impedirá priorizarlos de manera racional.

Sé que el tiempo vuela, pero cuando uno se la está pasando medianamente bien parece que ni siquiera se detiene un instante frente a tu puerta. Apenas ayer estaba despidiéndome de mis compañeros burócratas para emprender este periplo de solaz y, miren, hoy ya estoy casi casi sintiendo el vientecillo que da el sistema de aire acondicionado del Ministerio desde mi lugar de trabajo. En fin.

Esta semana ha estado algo agitada. Entre clima invernal, fallecidos en Pemex, incendios en California, golpizas a inmigrantes suramericanos en Barcelona y fútbol europeo en la televisión, la cosa ha aparecido variopinta. En unos días vendrá de nueva cuenta Sabina a México, pero me da bastante flojera ir a verlo en su faceta de trovador junto a Serrat. Por aquí estuvo The Cure, pero tampoco me declaro muy fan de Smith y sus chicos darketos.

La próxima semana habrá puente. El viernes que se avecina tendremos asueto académico y laboral por el asunto del Día de Muertos. Los meses que terminan en "embre" tienen ese aire de fiesta y culminación de las tareas de forma inevitable. En unos días estaremos en el penúltimo mes del año y 2008 se verá más cercano que nunca. Sólo unas jornadas más y nos encontraremos rompiendo piñatas, esperando el aguinaldo en la pantalla electrónica del cajero automático y brindando con la gente para desearles --al menos en teoría-- parabienes en el nuevo ciclo.

En fin. Cosas y más cosas mientras escucho BBC 6 en la madrugada del último viernes de octubre del año 2007.

jueves, octubre 25, 2007

Alta Fidelidad

En este blog somos constantes y fieles a nuestras ideas y preferencias. Una de ellas son los Rolling Stones. Aunque a veces no hablemos de ellos, siempre están presentes como una de las prioridades más altas. Sin embargo, de vez en vez es necesario reafirmar nuestra alta fidelidad a esta banda, la más grande que alguna vez haya pisado este planeta. Como hoy.


Larga vida a los Stones.



miércoles, octubre 24, 2007

Retomando

Ha sido una semana difícil, sin duda. Parecería una cantaleta repetitiva, pero es verdad. Debe ser la lluvia y el frío de estos días otoñales. Quizás el hecho de aún no poder salir de la turbulencia. En fin.

Desde aquí vuelvo a enviar un abrazo a mi colega Paco y a su familia.

sábado, octubre 20, 2007

Ubi Mors ibi spes

Mors est quies viatoris, finis est omnis laboris.

Fortis est ut mors dilecto.

viernes, octubre 19, 2007

Hoy ha sido un día raro y triste. La madre de mi querido Paco está enferma. Me duele lo que siente su familia. Desde aquí elevamos plegarias por ella.

jueves, octubre 18, 2007

El último concierto

Ayer, mientras me dirigía al Centro en el transporte público, observé que en un puesto pirata sobreviviente a la limpia emprendida por la administración del alcalde Ebrard estaban dando un concierto de los Rolling Stones. Lo interesante era que se trataba de la más reciente gira, A bigger bang. Entonces, como fan que soy, me bajé del microbús y me fui directo al local, el cual era atendido por un tipo andrógino con indumentaria punk.

El video no estaba en solitario, sino que formaba parte de una recopilación de cuatro, de los cuales los tres primeros son de recitales y el último es un documental sobre la gira. Después de una ligera negociación me llevé todos en 100 pesos. Yo sé que no gané gran cosa, pero el punto es que ambos sabíamos que ése era el precio que a los dos nos convenía. Feliz y contento seguí mi camino hacia el Palacio Postal de Eje Central y Tacuba.

Ya en casa lo primero que hice fue meter el disco en el reproductor de DVD. Como es una copia de un video fabricado para los Estados Unidos no trae subtítulos en español (mi inglés británico del Anglo de Antonio Caso tiene mucho tiempo durmiendo el sueño de los ociosos). Entonces, mi incursión se trató más bien en admirar las imágenes y en ir captando una que otra cosa de lo que iban narrando los protagonistas.

Sin embargo, el punto que quiero resaltar es que, al final del video, después de que aparecen los créditos de los realizadores, me ha quedado una sensación terriblemente triste y nostálgica. Es decir, siempre que veo o escucho algo de los Stones la vida se llena de colores y de energía. Pero, ahora, al llegar al término de este documental me ha quedado claro que estamos –quizás—frente al ocaso de la existencia física de la más grande banda de rock n’ roll que alguna vez haya pisado este planeta.

Sé que esto puede sonar como una blasfemia para todos los fanáticos de los Stones (empezando por mí). Pero las escenas que proyectan tienen ese aire de gran homenaje a lo que bien pudo haber sido el último periplo planetario emprendido por los británicos en sus 47 años de trayectoria. Es decir, la manera en que muestran los momentos cruciales de la gira, por ejemplo, el concierto gratuito ante 1,5 millones de personas en la playa de Copacabana, el arribo por primera vez a China, la euforia que despertaron en Buenos Aires, la coincidencia del campeonato mundial de fútbol de Italia durante su estancia en Milán y, sobre todo, el regreso de Keith Richards en esa fase después de su caída del cocotero en las Islas Fidji, dan la impresión de que el grupo está preparando, quizás sin una intención manifiesta, el gran telón a su extraordinaria, irrepetible y fantástica carrera.

Es probable que este pensamiento se disipe cuando vuelva a mirar el video una y otra vez. Sin embargo, otro punto que también quiero destacar es la última escena del documental, la cual se llama, dolorosamente, “The last concert”. Ahí se ve a Jagger, a Richards, a Watts y a Wood volver al que se ha vuelto su punto de origen en cada recorrido, Toronto, para celebrar con todo el ejército de personas que colabora con ellos el final de una gira más después de 116 conciertos alrededor del mundo. Otra escena bastante fuerte es la última, cuando se ve en cámara lenta a los cuatro integrantes desempeñando su función sobre el escenario y, para cerrar, a Mick y Keith abrazándose mientras se despiden de la gente. Si esto no me arrancó algunas lágrimas fue porque desde hace seis meses no bebo nada.

Durante gran parte de la noche me pregunté cómo será ese maldito momento en que se dé a conocer la muerte de alguno de ellos, cuando se rompa ese equilibrio perfecto que existe entre los Rolling Stones. ¿Seguirán?, ¿algunos integrantes pueden ser sustituibles?, ¿qué pasaría si falleciera primero Charlie Watts?, ¿hasta dónde podría ser viable emprender una nueva gira sin alguno de ellos? No sé, preguntas trágicas ante un escenario posible, pero impredecible.

En fin. Creo que tendré que volver al material una y otra vez para quitarme esta sensación nostálgica que me ha dejado. Y, sobre todo, recurriré a los conciertos para confirmar que, pase lo que pase, siempre habremos sido afortunados como generación por haber coincidido en el tiempo y el espacio con esta banda, la más grande del planeta por todos los tiempos posibles de la historia de la humanidad.

JMB

miércoles, octubre 17, 2007

Alfred, Doris y Norman

El Nóbel de literatura 2007 se lo han dado a una escritora inglesa (nacida en una ex colonia británica) desconocida. Claro, no faltarán algunos culturosos nacionales que digan, ah, Lessing, por supuesto que la conozco, he leído casi todos sus libros. Bueno, para mí es una perfecta incógnita. Pero el punto aquí no es mi desconocimiento del tema, sino el que varios colegas míos que leen mucho más y que están enterados de las últimas de El Planeta de las Letras coinciden en mi observación: ¿quién coños es la Sra. Doris?

Muchos apostaban a que fuera Philip Roth quien se llevara el premio. Otros mantenían su esperanza de que Latinoamérica volviera a la picota a través de Vargas Llosa o, quizás, hasta del propio Fuentes. Pero no ha sido así. Se avecina un año más de espera y de rumores y de promesas y de todo eso que rodea la entrega de un galardón mundial.

Francamente, cada año se deteriora un poco más el prestigio del Nóbel, al menos en lo a las letras se refiere. Como apunta Pérez Gay en el artículo que he incluido aquí abajo, son más los autores prescindibles y sin repercusiones que los reconocidos mundialmente los que engrosan la lista de galardonados por la Academia Sueca. Al parecer, se trata de premiar posiciones políticas por encima del talento literario y el clic con los lectores.

En fin.

Por cierto, acabo de leer en algunos diarios que han ingresado a Norman Mailer en un hospital de Nueva York por un problema respiratorio. Esperemos que no se una a esa ya larga serie de personajes famosos fallecidos durante 2007.

Los tipos duros salen de los hospitales por su propio pie.

No leeré a Doris Lessing

Rafael Pérez Gay

 

Voy a tratar de explicar por qué no leeré a la flamante premio Nobel. En otras páginas he escrito que los excesos del mercado han vuelto imposible la restauración del gusto cultural, pero no sólo la oferta y la demanda han derruido el canon; el más importante galardón de las letras en el mundo se desprende de una cultura sobornada por las consideraciones políticas. El Premio Nobel de Literatura atrae la atención del planeta como un relámpago en la oscuridad, así se ha iluminado el nombre de Doris Lessing en una nómina de finalistas de la cual formaban parte Philip Roth, Don Delillo, Claudio Magris y Mario Vargas Llosa. Ciertamente la grandeza literaria no puede medirse con instrumentos de precisión, pero hay señales claras de que el canon se ha deteriorado y de que el Comité de la Academia Sueca ha convertido el sentido de las proporciones en un gran puchero.

“Todos los premios son falibles”, escribió George Steiner. “Una y otra vez, la inmortalidad le es concedida a los excluidos. La fundación Guggenheim le negó una beca a Schoenberg cuando se encontraba en el punto más alto de su genio; el alma sencilla que le negó empleo a Einstein en la Academia Suiza murió pacíficamente no hace mucho (…) El problema es, por supuesto, que el registro de premios que la Academia Sueca ha otorgado en literatura ha sido caprichoso y, en demasiados casos, insultante a la inteligencia crítica” (Confabulario, 13/X/2007). Steiner ha respondido a la pregunta que todos los lectores nos hacemos cada vez que se acerca la entrega del Nobel: ¿se puede tomar en serio a una institución que se ha equivocado muchas más veces de las que ha acertado?

Pese a sus pifias, todos los años, en octubre, el Nobel de Literatura constituye el momento culminante de las letras en el mundo. Hagamos dos breves listas al azar. Nombro de memoria primero a quienes no recibieron el premio: Proust, Joyce, Kafka, Lawrence, Broch, Pound, Rilke, Pessoa, Borges, Philip Roth. Del otro lado y buscando en las listas transcribo los nombres de quienes sí lo recibieron: Rudolf Eucken (1908), Henrik Pontopiddan (1917), Grazia Deledda (1926), Kart Gjellerup (1918), Knuy Mason (1920), Elfriede Jelineck (2005), Doris Lessing (2007).

La falibilidad del premio que el Comité de la Academia Sueca le ha concedido a Doris Lessing es muy alta, se desprende de algunas de sus cualidades públicas y de no pocas de sus convicciones ideológicas: activista decidida contra el racismo, militante comunista, pionera del feminismo, luchadora social. Todos estos esfuerzos de acción política pueden ser admirables para mujeres y hombres, no sé si para los lectores. Por lo que se refiere a su literatura, ha sido fiel a los territorios en torno de los cuales ha ordenado su prolífica obra: los conflictos políticos, la sicología de la mujer y el enfrentamiento entre la juventud y la vejez. Para ejercer estos temas Lessing recurrió a la experimentación vanguardista, a la ciencia ficción, al diario personal, a la autobiografía sicológica, al teatro. De eso se trata el largo ciclo narrativo que inicia en Canta la hierba (1950), Hijos de la violencia (cuatro novelas, 1965-1966), Un hombre y dos mujeres, En busca del inglés (1967), La buena terrorista (1985) y El sueño más dulce (2001). El cuaderno dorado (1962), celebrado por la crítica como un libro único y extraordinario, cambió la figura de Lessing en la literatura internacional.

Perder el Nobel se ha convertido en una forma de ganarlo. Es probable que, en el futuro, a los escritores extraordinarios de grandes ligas les convenga más formar parte del club de los excluidos. Alguna nueva negativa quizá refrescaría al Nobel de Literatura. Tolstoi fue el primer escritor que rechazó el premio, luego rehusó Sartre en 1964. A principios de los 80, Fernando Savater visitaba a Cioran en su departamento de la Rue de L’Odeon. En ese tiempo, una hermosa mujer sueca se había acercado a Cioran diciéndole que quería escribir sobre su obra. A Cioran le encantó la rubia y aceptó su compañía; la llevó a pasear por sus lugares predilectos, le enseñó las librerías de viejo en las que compraba ediciones raras, en fin, le mostró una parte de su vida. Esa relación terminaría en un escándalo. La mujer hermosa no era una lectora entusiasta sino, en realidad, una delegada de la Academia Sueca enviada para sondear si Cioran aceptaría el Premio Nobel. Cioran montó en cólera, la corrió con cajas destempladas y, desde luego, se negó a recibir al premio. Fue así como Elias Canetti ganó el Nobel.

No sé si he explicado por qué no leeré a Doris Lessing. No pongo en duda que su obra pueda guardar la sorpresa de un libro extraordinario. Quizás empobreceré mi espíritu alejándome de esas páginas, pero a mí las lecciones sociales en literatura me matan de tedio.

Cosa manifiesta es cómo la mayoría de los hombres se apegan a la vida aunque hayan de soportar muchos males, como si en ella hubiese cierta suavidad y dulzura natural.

Aristóteles, Política.

domingo, octubre 14, 2007

La Contra / Jordi Soler

Jordi Soler · Escritor, hijo de exiliados catalanes que vivieron en la selva mexicana
"En aquella selva se hablaba un catalán mestizo"
IMA SANCHÍS

Tengo 43 años. Nací en La Portuguesa, una república de catalanes en medio de la selva, en Veracruz, México. Viví en Toronto, Dublín y ahora vivo en Barcelona. Estoy casado y tengo dos hijos de siete y tres años. Soy pagano de izquierdas. Creo en las personas que tengo cerca.

¿Nació usted en la selva?

Sí, en una plantación de café catalana en medio de la selva. Mi abuelo y sus colegas, todos ellos exiliados republicanos, la crearon. En 15 años consiguieron más terrenos y dinero que todos los que los rodeaban.

¿Conflictos?

Nosotros éramos los hijos de Hernán Cortés, en cuanto traspasábamos los límites de la plantación nos convertíamos en los invasores, teníamos que defendernos de los galos que nos acosaban. Viví mi infancia con temor. El día de la Independencia de México no podíamos salir de casa porque la tradición era moler a palos a los gachupines, léase, españoles, reléase, catalanes.

¿Y en la selva quién los vacunaba?

Yo nunca fui a un médico normal hasta los doce años, cuando nos fuimos a Ciudad de México. Siempre nos sometimos a la curación de una chamana que vivía en la plantación, a sus emplastes, pócimas y ceremonias.

¿Qué tipo de gente trabajaba allí?

Indígenas y una tribu de negros descendientes de africanos. Tanto los ñanga como nosotros éramos repudiados por los dueños de la tierra, que sabían que nosotros éramos invasores efímeros. Eso nos convirtió en amigos. Los negros y los blancos éramos muy solidarios. Pero los trabajos de los ñanga eran siempre alternativos y fallidos. Se ofrecían para salvar una cosecha y hacían danzas con tesón, pero con poco éxito.

¿No eran los señoritos?

Por más que mi abuelo llevara allí 40 años, ellos llevaban 300. Sabían que nuestra tribu desaparecería y, efectivamente, 60 años después la selva ha acabado con todo. Se contaban cuentos de gente que se echaba a dormir la siesta y al cabo de dos horas desaparecía comido por la maleza, y no iban desencaminados; cada día debíamos podar el camino hacia la plantación para que no desapareciera.

¿Cuántas familias eran ustedes?

Cinco familias catalanas, las comidas eran de 35 personas, más la gente que trabajaba allí, que también era como de la familia.

Arcadi, su abuelo, llegó a hacerle vudú a Franco.

Cuando aquellos exiliados se dieron cuenta de que Franco no moriría nunca, aceptaron la oferta del patriarca de los ñangas, que, conmovidos por la historia de aquella tribu blanca, organizaron una ceremonia muy seria en la que se le clavaron alfileres al vudú de Franco durante muchos meses.

¿Un muñeco con la cara de Franco?

Sí, que mi abuelo guardaba en una gaveta con un alfiler clavado en el corazón y otro en la cabeza. Pero al final de sus días lo negaba.

¿Usted se sentía mexicano o catalán?

En la plantación se hablaba catalán, un catalán muy mestizo, eso nos alejaba de los mexicanos. Y como tampoco nos podíamos sentir españoles porque habíamos perdido la guerra, nuestras señas de identidad eran el Barça y las canciones de Serrat. Vivíamos imaginando las jugadas de Cruyff.

¿Y cómo se crece en la selva?

Teníamos el vientre hinchado y todos los parásitos del trópico: cuando íbamos al baño siempre salía algo. Y por el porche cruzaban serpientes y hasta elefantes. Pero ésa era la vida normal, el contraste era el empeño de mis abuelos y mis padres por que lleváramos una vida como en la calle Muntaner. Nos vestían con los trajecitos de tergal que enviaban familiares. Aquel empeño por no entregarnos a la selva era ridículo.

¿Qué, de todo lo vivido, le marcó más?

La hermana de mi madre fue la primera niña de toda aquella tribu, y vieron en ella la esperanza de una nueva vida al otro lado del océano. Pero a sus tres años una meningitis y un diagnóstico difuso convirtió a Marianne en una loca. Y a mí me parece una metáfora del futuro de aquellos exiliados.

¿Marianne era el presagio?

Lo cuenta mi abuela. En esta selva había unos vampiros enormes que se pegaban al cuello de las vacas y les chupaban la sangre, y no era raro que mordieran a alguna persona. Mi abuela entró una noche en el cuarto de Marianne y vio un vampiro posado sobre su carita. Siempre pensó que le había hecho algo.

Igual le transmitió la enfermedad...

Los médicos dijeron que no. Marianne se convirtió en una mujer guapa y de una fuerza extraordinaria que se comportaba como una niña. Cuando nacimos mi hermano y yo se lo tomó fatal.

¿Cuáles son sus recuerdos?

De pánico. Marianne nos pegaba, mi madre venía corriendo. Entonces Marianne golpeaba a mi madre hasta dejarla tirada en el suelo llena de sangre. Se necesitaban un par de hombres para sujetarla e inyectarle algo que la sumía en un limbo químico. Con frecuencia sueño que escapo de ella.

¿Era necesario atarla a la pared con una cadena y una argolla?

Aquella tribu de catalanes prósperos era continuamente extorsionada por el alcalde de Galatea bajo amenaza de expulsión. Venía a comer y le gustaban mucho las mujeres de La Portuguesa. Un día Marianne salió corriendo desnuda y el alcalde dijo: "Y la próxima vez quiero que me atienda ella".

¿Cómo acabó Marianne?

El indio Sacrosanto la cuidaba y su final es una metáfora de esa esencia irreconciliable entre el mundo prehispánico y el hispánico.

World Press Photo 2007

En el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México están dando la exposición de las mejores fotografías periodísticas del año pasado. Como en ediciones anteriores, el montaje no desmerece. Quizás el único problema es que mucha gente acude al mismo tiempo y, así, mientras estás leyendo la nota explicativa de la foto sientes que alguien --o varios-- te están soplando la nuca con cierta desesperación.




Sin embargo, este pequeño detalle no es suficiente para no recomendar ampliamente la cuestión. Por cierto, sí está permitido tomar instantáneas a las fotografías (yo llevé mi cámara, pero se acabaron las pilas casi al entrar...).

sábado, octubre 13, 2007

¿Bagdad? Para nada: Boca del Río, Ver.

Los aliados celebran la caída de la estatua del hombre de la revolución de la esperanza...

El post del viernes en sábado (II)

Por un lamentable error, ayer me olvidé de seguir esta tradición que, aún frente a escenarios complicados como intervenciones quirúrgicas, se mantiene firme como el sol.

Si puedo dar alguna explicación será la siguiente: el día de hoy comencé a dar un curso de Ciencia Política en una maestría y eso me tuvo como algo atareado ayer por la tarde. Además, como el asunto es bastante temprano (de ocho a diez de la mañana los sábados), entonces tenía que apurarme para no llegar con las manos vacías a mi primera sesión (el curso iniciaba el 6 de octubre, pero estaba recién operado).

La clase estuvo bien y, bueno, ahora ya serán dos asignaturas a la semana. Se aprende mucho siendo maestro.

Así que, tarde pero sin pendientes llega esta publicación de los viernes.

Alea Jacta Est.

viernes, octubre 12, 2007

Elogio primitivo del iPod

Juan Villoro

Siempre me ha cautivado que los cocineros fumen mientras trabajan. Se diría que el contacto con los ingredientes exige absoluta concentración olfativa, y sin embargo, grandes artesanos del fuego se encapsulan en un humo paralelo mientras arrojan especias a la olla. Encuentro en este gesto el sentido de un invento que no tiene nada que ver con la cocina y ni siquiera con la nariz. Me refiero al iPod. Sé que mi argumento comienza en forma extravagante. Paciencia, o no se llega a nada.

Hace medio siglo, la música era un gusto sedentario. Los tocadiscos venían empotrados en muebles que nunca hicieron gran cosa por la decoración; tenían un aire de sarcófagos con agujeritos, por si el muerto resucitaba. Dependiendo de la carpintería, algunos se prestaban más para que de ellos salieran villancicos, música ranchera, poemas gritados por León Felipe, mambos frenéticos, boleros de Los Panchos o cantos órficos. El tocadiscos sustituyó a la chimenea y justificaba la noción de "hogar".

No tiene caso repetir la evolución que ocurrió en los escaparates del mundo entero. En medio siglo, la única constante de la tecnología ha sido el esotérico criterio para ponerle precio: algo que cuesta 59.90 tiene la extraordinaria ventaja de no costar 60.00.

Si la civilización dependió de pasar de la vida nómada a la sedentaria, la ultratecnología fabrica objetos cada vez más pequeños y ligeros para revertir esta tendencia y sugerir que lo doméstico puede desplazarse.

El hombre tiene una relación compensatoria con el tamaño de las cosas. En tiempos pobres, lo grande le parece sólido y el vientre abultado, saludable. En tiempos de sobrepoblación y bienestar sobran grasas y armatostes.

La actual estética de la desaparición propone sillas raquíticas y codiciables cuerpos famélicos. Sólo cuando una top model muere por alimentarse de tomates y manzanas se recuerda que hay casos de apuro y posguerras trágicas donde el chorizo ayuda a la supervivencia.

Para no violentar a la bioética, el ideal de esencializar el cuerpo sólo puede cumplirse a través de las prótesis, los aparatos manufacturados con nanotecnología. Ahí la anorexia es provechosa.

¿Qué cambios de comportamiento provocan objetos cada vez más planos y más leves? Los teléfonos celulares provistos de cámara despertaron el apetito visual de personas que antes apenas abrían los ojos. De modo más profundo, la cultura portátil relativizó el espacio. Estamos, como sugiere Paul Virilio, ante el crepúsculo de los lugares. Muchos sitios dejaron de ser metas porque ya están en el bolsillo. La biblioteca, la galería de arte, la oficina e incluso el consultorio médico no son lugares a dónde ir sino datos para llevar a cuestas. Las transacciones que dependen del teléfono o internet provocan una peculiar deslocalización: la persona que tramita en línea un boleto México-Bogotá está en Chile o en la India.

La pérdida de usos regionales tiene que ver con la globalización, pero también con la caída en desuso de los objetos fijos: la mesa rinconera ya no sirve para sostener el teléfono y el escritorio se usa cada vez menos.

En este escape hacia lo portátil, el iPod transformó lo que nos llega por los oídos. La posibilidad de almacenar un amplísimo repertorio y llevarlo a todas partes tiene evidentes ventajas prácticas. Además, la relación entre internet y el iPod alteró la historia de la música. Numerosas composiciones que se daban por muertas regresaron a la realidad virtual, ese camposanto donde toda resurrección es posible. La idea de hit-parade resulta obsoleta en una época donde cada quien fragua sus preferencias. Los Doors son actuales para gente nacida décadas después de que Jim Morrison proclamara como un profeta del inmediatismo: "¡Queremos el mundo y lo queremos ahora!".

¿Hay cosas negativas en el iPod? Bueno, se han perdido placeres menores, propios de las personas indecisas. En tiempos de los discos de larga duración, pensabas que querías oír a Miles Davis, pero al buscar el álbum encontrabas otro que llegaba primero a la tornamesa. Ahora es menos fácil acercarse al disco accidental que uno busca en secreto cuando cree preferir otro. Se trata, por supuesto, de un efecto secundario sin consecuencias graves.

Lo decisivo del iPod es que ha reinventado la soledad. Las reuniones primigenias ocurrían en torno al fuego. Con el tiempo el hombre aprendió a domesticarlo y a llevárselo consigo. Fumar es una tentadora posibilidad de establecer contacto con ese calor primario. La cultura del humo transformó la brasa en recurso portátil.

Aunque esté acompañado, el fumador inhala para viajar hacia sí mismo. César Luis Menotti, a quien le sobran las respuestas, encontró una bastante lograda para expresar lo que el cigarro le significa: "es la soledad que uno elige". Aislarse en una nube provisional es un veneno incurable, pero permite la rara introspección de quien está y no está en un sitio, filtrar la realidad con un velo acompasado.

El tocadiscos fue el equivalente acústico del fogón. No es casual que la estática de los discos produjera un crepitar de leños.

En una época en fuga asistimos a otro desprendimiento casero. Si el tocadiscos fue una variante de la chimenea, el iPod es puro humo, fuego transportable. Como el cigarro, permite una soledad elegida, perfecta para una era donde lo colectivo es lo que se comparte por separado, ya sea en el chat de la computadora, el SMS que llega al teléfono o la música que vibra en el oído.

El cocinero que fuma piensa en sabores conjeturales mientras interioriza la cocción. El hombre provisto de iPod no es muy distinto. La música es para él un desprendimiento de lo que antes estuvo en otro sitio -la casa, el fuego del comienzo-, un chisporroteo que lleva a todas partes, el ritmo interior con que enfrenta el compás del mundo, el nuevo humo de los nómadas.

miércoles, octubre 10, 2007

El regreso

Hoy fui de nuevo a ver al médico que me operó el jueves pasado de la hernia hiatal. En su bitácora escribió que presento buena evolución. Sin embargo, no tenía a la mano los resultados de la biopsia, así que una vez fuera del consultorio llamé a mi médico de cabecera, quien me confirmó que ésta había resultado negativa y que no tengo el denominado Esófago de Barrett. Una buena, al menos.

Se supone --más bien, está confirmado-- que tengo muy quemados tanto el esófago como la garganta por el reflujo gastroesofágico que he padecido durante..., no sé, ¿cinco años? Bueno, el punto es que lo que tengo es una esofagitis crónica, lo cual, a pesar de su nombre aparatoso, es un escenario menos malo que el primero, sobre todo porque aquel es precanceroso.

Mi médico me dice que, aunque no me sienta tan mal y todo vaya mejorando a buen ritmo, lo que me han hecho ha sido una cirugía mayor. Le creo. He estado buscando en internet información sobre la intervención y, en efecto, se trata de algo complicado: sacar el estómago del esófago y sujetarlo (por decir algo breve y en términos llanos para nosotros los que no somos médicos). Claro, también se trata de introducir todos los aditamentos necesarios para la operación, por ejemplo, la cámara y el instrumental.

En fin. No es conveniente hacer de esto ni un drama ni una batalla épica.

Creo que al final resumiría todo con la frase que me dijo el cirujano durante la consulta: no debe dejarse. Lo cual entiendo como atender a tiempo los padecimientos que vamos presentando para que no haya complicaciones a futuro.

Por lo pronto, aquí seguiremos otro rato.

martes, octubre 09, 2007

El priísta correlón



Desde siempre nos mostró que le gustaba la carrera, tanto política como atlética. En los promocionales de su malograda campaña presidencial de 2006 se le podía mirar trotando con esa cara de determinación para solucionar de una buena vez y por todas los problemas del país. Ahí salía D. Roberto Madrazo, tabasqueño, ex presidente nacional del PRI, buscando la meta como quien ve en ese páramo la salvación del alma y del espíritu. Su mensaje era: síganme y verán cómo llegamos más rápido y más firme al desarrollo. Lo malo es que sólo unos cuantos ilusos le creyeron y, por eso, terminó en tercer lugar de la contienda.

Sin embargo, el gusto por andar a la carrera le ha quedado al señor. Tanto que, cuando ve la menor oportunidad, se lanza a competir entre kenianos famélicos y uno que otro espontáneo rechoncho. Así, hemos podido ser testigos de su participación en competiciones como el maratón de Campeche, o bien, en el de Berlín (para que nadie dude de su vena democrática e igualitaria).

Pero, al igual que en esa vieja fábula del sapo y el escorpión, en la cual éste pica al primero aún cuando le estaba haciendo un favor de vida, la naturaleza de D. Madrazo salió a flote en su periplo deportista reciente. El buen hombre pensó, bueno, ¿y para qué cansarse tanto corriendo si uno puede tomar un atajo y llegar más rápido (y menos sudado) a la meta? Entonces, se salió de la ruta, como que se hizo guaje un ratito y luego se reintegró feliz y contento para terminar el maratón de Berlín con un tiempo récord de 2 horas y 40 minutos, algo que ni los famélicos kenianos pueden realizar.

Un fotógrafo que vio a Madrazo llegar con chaqueta y sonriente pensó esto está muy raro. Entonces, vinieron algunos reclamos, investigaciones y, finalmente, el veredicto: Robertito había hecho trampa, no completó la ruta y les quiso tomar el pelo a todos.

El problema no es que lo haya intentado (a lo mejor así ha sido siempre en su vida, a lo mejor...), sino que se le ocurrió hacer su gracejada en... Berlín. Es decir, si sucede en el maratón de Ixtlahuaca ni quien se dé cuenta (y si se dan, uno se hace ojo de hormiga ante "el licenciado"). Pero, ¿en Alemania?, ¿en el primer mundo?, ¿en sociedades donde sí está mal visto ser chapucero? Ahí estuvo el error.

Hombre, qué lindura. La transa mexicana se sigue imponiendo allende nuestras fronteras. No por nada en suramérica le dicen mexicanada a cualquier cosa que huela o suene a corrupción. Y, además, ¿quién mejor que D. Roberto para enarbolar ese viejo uso y costumbre muy de lo nuestro? Una verdadera pena...

Si Madrazo hubiese ganado las elecciones, ahorita ya seríamos la segunda economía del mundo, hubiésemos ascendido al quinto lugar del índice de corrupción y, sobre todo, ya hubiera capacitado a los migrantes a llegar más rápido a Estados Unidos sin sudar ni cansarse.

La suerte está echada.

domingo, octubre 07, 2007

Paseo literario con RAF

Un día antes de mi ingreso al hospital fui con mi esposa a uno de los paseos literarios que organiza el Departamento de Promoción de la Lectura del Instituto Nacional de Bellas Artes. En esa ocasión fue René Avilés Fabila (Ciudad de México, 1940) quien lo condujo por varias calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. Una oportunidad de hacer algo diferente, de estar cerca de alguien a quien admiro y de sentir que las calles de la ciudad pueden ser todas las del mundo.

En el número de septiembre de Letras Libres lo habían anunciado, pero casi siempre los promocionales del INBA son incorrectos en las fechas. Sin embargo, S. había conocido a Avilés y a su esposa Rosario en un vuelo Madrid-México y ahí fue donde le confirmó que se iba a realizar a finales de mes. Entonces, desde unas semanas antes ya había pagado los dos pases en la oficina que está en República de Brasil, frente a la Plaza de Santo Domingo, a un costado de la Secretaría de Educación Pública.

El recorrido estuvo bastante animado. Fueron más de cinco horas de pasear por algunas de las zonas emblemáticas del antiguo barrio universitario del Centro, así como por otros edificios históricos. De manera muy breve puedo enlistar al Palacio de la Inquisición, a la Secretaría de Educación Pública, al Palacio de la Autonomía Universitaria, al Colegio de San Ildefonso, al Palacio Nacional y, finalmente, al Palacio de Bellas Artes. Además, un punto a favor es que sólo acudimos seis personas. Llevé algunos libros para que los firmara y él nos regaló el más reciente.

René Avilés siempre ha sido uno de mis autores favoritos. Quizás ahora no tanto por lo que publica, sino por el peso que tuvo el suplemento El Búho durante mi formación. Si para muchos escritores jóvenes los referentes han sido "Sábado" de unomásuno o "La Jornada Semanal" de La Jornada, para mí el de Excélsior que dirigió Avilés de 1985 a 1999 ha sido crucial. Creo que aquí mismo ya he comentado sobre el tema, pero no tengo problemas en repetir que dicha publicación ha sido --y será-- una de mis más fuertes influencias.

Ahora que tengo tiempo libre creo que podré realizar una pequeña reseña del paseo. Aún lo tengo presente, pero el problema es que casi no he tomado notas. Sin embargo, sí pude fotografiar algunos momentos, los cuales los comparto con ustedes en este momento.


En la Secretaría de Educación Pública, previo a ver los murales de Rivera.

RAF y el Ché más cerca de lo que creen...


RAF como en sus épocas de presidente de la sociedad de alumnos de la Prepa 7 de la Universidad Nacional en el Palacio de la Autonomía.

El autógrafo en el libro de reciente aparición en Bellas Artes.

sábado, octubre 06, 2007

Cumpleaños

Bueno, y como la vida sigue, es buen momento para desearle un buen aniversario al colega Paco, quien debe estar en este preciso momento celebrando a lo grande desde sus nuevos aposentos en el sureste del país.

Felicitaciones y espero que pronto podamos compartir un pedazo de ese pastel uva-limón que tanto le gusta a la familia.

viernes, octubre 05, 2007

El post del viernes de una semana muy rara

Algo breve.


Esta semana ha sido bastante extraña. El lunes me ingresaron por una complicación del reflujo gastroesofágico. Después de unos análisis me dieron la noticia de que debía pasar por el quirófano, situación que ocurrió ayer mismo. Hoy estoy ya en casa, convaleciendo y esperando que las cosas vayan a mejor pronto.


Desde aquí aprovecho para agradecer a la gente que me envió mensajes de aliento, muy en especial a mi querido Paco y a sus hermanas.


Aquí seguiremos.


Por cierto, subo una foto que me tomé el domingo pasado al término del paseo literario con René Avilés Fabila, uno de mis escritores favoritos (¿quién iba a pensar que la cosa se iba a poner así unas horas después?).

Saludos a todos.




jueves, octubre 04, 2007

En la frontera

Muchas veces pensamos que estamos en la frontera de algo, de un logro, de una pérdida, de dar el siguiente paso. Pero pocas veces es tan literal el concepto:

1.- Me dirijo al aeropuerto de Tijuana y para llegar a él efectivamente hay que avanzar por la frontera, la línea fronteriza. No estoy acostumbrado, Tijuana es una ciudad fea, claro con muchos migrantes y mucho dinero, no dudo que haya lugares bonitos, pero deben ser caros. Pero todos, pobres y ricos debemos pasar por esta barda de fierro rumbo al aeropuerto o por la avenida, como parte de su vida cotidiana. Algunas partes de la barda están pintadas con grafitti, otras tapizadas de cruces de madera y en otras partes simplemente está la barda de fierro crudo. Un amigo contador de por acá me dice que un cliente suyo es contratista de esa barda, es soldador y es mexicano, lo contrata el gobierno gringo para poner la barrera de hierro en el desierto, es un negocio próspero.

2.- Estoy terminando un trabajo, ya a estas alturas, después de siete días ya casi no veo las letras de la pantalla, podría decirse que estoy al borde.

3.- Y hablando de cosas más serias, el Maestro Manolo debe estar durmiendo la víspera, tendrá que someterse a una intervención quirúrgica, que estoy seguro será la solución de malestares arrastrados por años. Confío que está a punto de acabar con sus malestares e iniciar un nuevo estilo de vida.

Todos los parabienes desde esta frontera al Maese Weber, sabemos que todo saldrá bien ( o como decía un excompañero burócrata atrapado en los setenta: todo estará ¡¡de pelos!!!)

martes, octubre 02, 2007

UNAM

Ya hace 39 años que "la Universidad" pasó por uno de los momentos más críticos en la historia no sólo de esa institución sino en la historia moderna de nuestro país.

El año de 1968 significó una época de lucha estudiantil y de confrontación de ideologías, en el marco de la guerra fría que protagonizaban las dos grandes potencias de entonces: Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Todos sabemos ahora el fin de esa contienda, pero entonces la persecución de estudiantes era cosa común y la violación de todos sus derechos quedó en muchos casos impune. Hasta ahora nos enteramos que algunos de esos estudiantes realmente eran activistas apoyados por los entonces partidos socialistas, aunque otros nada tenían que ver con esa ideología. Sea cual fuere el caso, el Estado en ningún momento debió haber llegado al estadio de autoritarismo que imperaba en ese entonces.

Muchos años después me tocó, ya siendo estudiante universitario, vivir el movimiento estudiantil del CEU y ya había egresado cuando la Universidad sufrió la huelga estudiantil más larga, con el Mosh y compañía.

En el momento crítico de esa última crisis, siendo hasta entonces Secretario de Salud en el gobierno priísta de Zedillo, Juan Ramón de la Fuente deja ese encargo para ocupar el de Rector, en ese momento nadie podía prever el prestigio que conseguiría a pulso durante los años de su rectoría, al grado que ahora se le nombra como un candidato natural para ser el próximo consejero presidente del IFE.

Ahora en la Universidad se respira un ambiente limpio, CU es declarada Patrimonio de la Humanidad y ocupa un lugar entre las 100 mejores universidades del mundo.


Hace hoy 39 años, el panorama era muy distinto.

P.D.

Un Goya al colaborador estrella de este burroblog, que ahora se atiende de varios malestares en algún hospitla de la ciudad de México.

Aguante Manolo!!!!!!