El post del viernes
Pues sí se pudo. Terminamos los informes y todos felices y contentos.
Nos merecemos un descanso.
La bitácora del sector público y la vida privada. Septiembre 18, 2003-2009.
Pues sí se pudo. Terminamos los informes y todos felices y contentos.
Ayer platicaba con uno de mis nuevos compañeros burócratas que no es por quejarse, porque cuando uno anda sin trabajo,ruegas encontrar lo que sea y al precio que sea, pero cuando ya estás en el fragor de la batalla laboral añoras esos días de displicencia.
JESÚS FERNÁNDEZ, VETERINARIO
"Los animales que cooperan son mayoría"
IMA SANCHÍS
41 años. Nací en Cartagena y vivo en Madrid. Divorciado, vivo con mi novia y con un perro africano, Gobi.Soy veterinario y director técnico de zoología de Parques Reunidos. En política me parece prioritario el tema medioambiental. Creo en el respeto, la convivencia de todos los seres en el planeta, y en intentar ser mejores cada uno de nosotros.
- ¿Qué ha aprendido de los animales?
- La gestión del tiempo. La naturaleza nos enseña claramente que cada cosa requiere un tiempo. Los leones cuando cazan son muy rápidos y precisos porque dedican mucho tiempo a descansar y observar, ¿eso es perder el tiempo?
- ¿Se organizan mejor?
- Las organizaciones animales son muy competentes, su empresa consiste en sobrevivir. Pero, como nosotros, cooperan más o menos, abarcan más o menos territorios y tienen mejores o peores jefes.
- ¿Tenemos mucho que envidiar a las hormigas?
- A nivel social, los humanos nos organizamos como ellas y nos movemos de forma muy similar. Esas colas de salida y entrada a las ciudades, ese constante ir y venir visto desde el aire es igual al movimiento de las hormigas.
- ¿También se van de vacaciones?
- En invierno se quedan en su hormiguero. De 12.000 especies sólo conocemos 8.000 y cada una se organiza de forma diferente y con diferentes castas.
- ¿En el mundo de las hormigas también existe el ascenso laboral?
- Sí, hormigas que se ocupan de reparar el nido pasan, cuando tienen más experiencia, a ser soldado. Nadie sabe por qué funcionan así, pero están muy organizadas. Un hormiguero de legionarias puede llegar en la época de cría al millón y medio de individuos, como una gran ciudad europea.
- ¿Qué hacen cuando sufren un ataque?
- Cuando otra especie intenta tomar un hormiguero, las hormigas heridas, que saben que van a morir, salen fuera y taponan la entrada, y lo hacen por las demás, cooperan hasta la muerte. Además, así evitan que las tengan que sacar fuera una vez muertas.
- Auténticas heroínas.
- Son mayoría los animales que cooperan. Cuando, por ejemplo, dos jabalíes se tumban a dormir lo hacen de forma cruzada para poder vigilar todo el territorio. Y lo mismo hacen los murciélagos en las cuevas, su ordenación no es aleatoria. Y a mí me encanta ver a los picabuey.
- ¿Qué es eso?
- Esa avecilla que vive a lomos del elefante, la jirafa o el rinoceronte, y que les limpia los insectos. El ave se alimenta de manera segura y a ellos les libra de los molestos parásitos. Pero hay más, mientras el rinoceronte descansa tumbado sobre el lodo esa avecilla vigila, y si ve un depredador cerca le avisa.
- Hay casos extrañísimos de animales que adoptan a otros.
- No hace mucho, en India, un niño de cuatro años que había huido de la cabaña donde su padre acababa de degollar a su madre fue adoptado por un grupo de macacos y alimentado por ellos con leche. Es el mismo mecanismo que hizo que hace millones de años un hombre cogiera un lobezno abandonado y en lugar de comérselo lo cuidara.
- Así nació el perro doméstico.
- No estamos tan alejados de los animales. De hecho lo que se enseña actualmente en las escuelas de negocios son liderazgos muy animales.
- ¿A qué se refiere?
- El liderazgo duro, agresor, autoritario, en la naturaleza no existe. Existe autoridad dura en situaciones concretas, pero a simple vista el líder de una manada de elefantes o de gorilas no se distingue.
- ¿No es el más fuerte?
- En el caso de los elefantes, por ejemplo, que son sociedades matriarcales, la hembra líder no es necesariamente ni la más vieja ni la más fuerte; suele ser la más sabia, la más segura de sí misma.
- Dicen que la naturaleza es muy cruel.
- La vida es dura, pero la crueldad como tal es un concepto humano que no existe entre los animales. La lucha o la agresión no son rentables, las disputas, por ejemplo, entre los lobos no son nunca a muerte.
- ¿El motivo?
- Debido a las pautas de control de la agresividad. Cuando un lobo que ha retado al jefe le muestra su parte más vulnerable, el cuello, la pelea se detiene. El dominante no acaba con el dominado. En este sentido la agresividad la tienen más controlada que nosotros.
- ¿Hay alguna explicación biológica?
- Sí. En el mundo animal los leones, los lobos o los osos polares tienen que sobrevivir a diario y no pueden malgastar su energía enfrentándose a todos los que se encuentran por el camino, y además si lo hicieran estarían matando hijos, hermanos, padres, con lo cual su carga genética iría disminuyendo.
- Entiendo.
- En los grandes grupos migratorios, como los ñus o las cebras, también veo muy reflejados a los humanos. Cada individuo tiene una posición de grupo diferente, están los que optan por una posición externa, más expuesta pero más rica en alimentos, y los que optan por una posición interior, menos innovadora y productiva, pero más segura.
- Estrés también padecen...
- Robert Sapolsky, en ¿Por qué las cebras no tienen úlcera?,explica que no hay animal con más estrés en la sabana que la cebra, siempre acechada por los leones, y sin embargo no tienen úlcera de estómago. El león falla el ataque y la cebra se calma. Sin embargo, nosotros vivimos en un estrés continuo, es el fardo del pasado y del futuro.
- ¿Hay algún grupo social animal sin jefe?
- Los peces y las aves migratorias en cuya estructura de formación de vuelo, una forma de optimizar la resistencia, el que va delante no es el jefe, se van turnando.
A APRENDER
Los elefantes entristecen cuando muere un miembro de la manada, las hormigas heridas que saben que van a morir se sacrifican por sus congéneres taponando los hormigueros para que no entre el enemigo, los lobos tienen pautas para controlar la agresividad. ¿Pero qué es lo que motiva a una hormiga? El estudio del comportamiento animal es muy reciente. Jesús Fernández en su libro ¿Fauna S. A.? (RBA) nos habla de jefes, compañeros, subordinados, organizaciones empresariales, abejas, ovejas, caballos, perros, gatos. Muestra los paralelismos que se dan entre el mundo humano y el animal. "No todo es extrapolable, pero los problemas que tenemos en las empresas los encontramos también en el reino animal, y tienen mucho que enseñarnos".
Como puede apreciarse, la carga laboral ha descendido. Esto me permite publicar más en este sitio.
Así como los culturosos --y sus aprendices-- tienen sus héroes particulares, los cuales van desde lo sublime hasta los que francamente son ídolos de barro y becerros de oro, dioses menores de oropel y quita-pon, el funcionariado público también posee lo suyo. En este espacio he dejado constancia de que uno de ellos es el gran Karl Emil Maximilian Weber, mejor conocido como Max Weber.
Tengo varias cosas que hacer, pero tengo flojera. Desidia. Abulia. Desánimo. Como quieran llamarle. No son cuestiones de la oficina --creo que hemos salido de lo peor y hemos cumplido-- sino personales, de la escuela y tal.
Juan Villoro
Al subir a un avión sonreímos sin saber muy bien por qué. La posibilidad de tentar al destino hace que seamos más supersticiosos que racionales: no sonreímos por dicha, sino como un conjuro contra la adversidad.
Pensé en esto al tomar un avión de hélice de Zacatecas a la Ciudad de México.
En la fila para documentar me había llamado la atención un hombre con el pelo a rape, camiseta de basquetbolista y botas de una piel que no supe reconocer, con crestas diminutas. En su brazo, un Cristo tatuado lloraba lágrimas azules. Tres cadenas de oro le pendían del pecho y dos celulares del cinturón de pita. Lo escuché hablar en buen inglés por uno de sus teléfonos. Luego sonó el otro y habló en susurros. Su equipaje era una bolsa verde, como la que usan los soldados norteamericanos. Parecía un ranchero que hizo negocios al otro lado de la frontera y empacó de prisa. Iba acompañado por su mujer y un hijo pequeño, que tenía en los brazos calcomanías que semejaban tatuajes.
Me encontré a un conocido y sobrevino uno de esos diálogos de esmerada cortesía que los mexicanos sostenemos con personas que no volveremos a ver. La mujer me vio con curiosidad.
Aunque éramos pocos pasajeros, la azafata nos dijo que debíamos respetar los asientos asignados para mantener el equilibrio de la nave. Me tocó el 12D, en la última fila, donde el respaldo no puede reclinarse. A mi lado se sentó la mujer del hombre de los collares de oro.
He oído a conocedores encomiar los aviones de hélice, que pueden planear en caso necesario. Para el viajero común, el tamaño de la cabina, su tendencia a surfear en las corrientes de aire, y el hecho de que las aspas pertenezcan a una tecnología anterior sugieren un ambiente algo precario.
Me persigné y abrí una novela para evadirme.
Después de una bolsa de aire, la mujer de al lado preguntó:
-¿Puedo hablar con usted?
Me quité los lentes para escuchar, como si lo hiciera por los ojos. La siguiente pregunta me tomó por sorpresa:
-¿Usted cree que un enemigo puede perdonar? -sus ojos me vieron con preocupación.
A diferencia de su marido, ella vestía con sencillez: pantalones de mezclilla, sandalias, camisa a cuadros.
-¿A qué se refiere? -le pregunté.
Enrolló con nerviosismo su pase de abordar en el dedo índice y me contó que su marido tenía que respetar un acuerdo hecho por sus jefes. "Hay gente a la que no le gusta lo que uno hace, gente que se mete con uno", dijo de manera enigmática.
Desvié la vista al hombre que dormía plácidamente. "Él es leal", la mujer habló haciendo pausas para encontrar las palabras correctas: "Siempre ha trabajado para la misma gente. Ahora le dijeron que ya no podía trabajar así. Tuvo que aclarar cosas con otro grupo, gente que no lo quiere. Hizo cosas que no le gustaban a esos señores". Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas: "Sus jefes lo mandaron a verlos".
-¿Y qué pasó? -pregunté.
-Le dieron una chanza.
Yo acababa de leer en Proceso un escalofriante reportaje de Ricardo Ravelo sobre el narcopacto entre los cárteles del Golfo y de Sinaloa. De acuerdo con esa información, entre mayo y junio de 2007, las bandas habían celebrado siete encuentros para negociar una tregua. Las ejecuciones perjudicaban su negocio. El pacto tenía una cláusula para tratar a los traidores: "el grupo agraviado decidirá qué hacer con ellos: si los castiga o los ejecuta".
-¿Un enemigo puede perdonar? -la mujer repitió su pregunta.
El atuendo de su marido y la fuerza magnética del reportaje de Ravelo me hicieron pensar en una trama del narcotráfico. ¿Qué hacer en una situación donde se mezclan el miedo, el dolor de una mujer, la imposibilidad de entender, el inesperado contacto con datos oprobiosos?
El hombre dormía, como si cayera dentro de sí mismo. ¿El peligro representaba para él algo elemental? ¿Estaba tan extenuado que al fin su organismo se rendía?
¿Hasta qué punto yo quería interpretar de más? Talvez las noticias de los últimos meses habían activado mi paranoia y me llevaban a buscar coincidencias donde quizá no las había. Talvez los problemas del hombre se referían a dos grupos de rancheros y no perdería otra cosa que su empleo. ¿Por qué viajaba entonces? ¿Pero acaso no se harta y se deprime y desea cambiar de aires un ranchero?
Vi el pase de abordar con el que había jugueteado la mujer: su asiento era el 10D. No estaba por comodidad en la fila 12, donde los asientos no se reclinan. Aunque nos prohibieron cambiar de sitio, ella había llegado ahí, en busca de una respuesta.
-Un enemigo puede perdonar -le dije.
Entonces ocurrió lo más raro del viaje:
-Gracias, padre -me dijo.
Yo era tan exótico para ella como su marido para mí. Reparé en mi atuendo y mi conducta: iba vestido enteramente de negro y el cuello blanco me asomaba como un collarín, llevaba en las manos El día de todas las almas de Cees Nooteboom (ella no tenía por qué saber que se trataba de una novela), me persigné durante el despegue y en la cola para documentar hablé con un conocido en un tono que -ahora me daba cuenta- era bastante sacerdotal. Dos realidades ilusorias se cruzaban en el vuelo. Yo le atribuía a su marido un drama de sangre y ella me atribuía una espiritualidad difusa. Pero su angustia era genuina. Hubiera sido terrible revelarle a esas alturas (nunca fue más lógica la frase) que mi verdadero oficio me lleva a escuchar sin sacramento de por medio.
La mujer necesitaba creer en la palabra empeñada por un adversario y en lo que dijera un extraño en la realidad suspendida del avión. Por la ventanilla, se veía la tierra a la que bajaríamos pronto, donde la gente se entendía tan poco como los pasajeros de los asientos 12C y 12D. Pensaba esto cuando la mujer sonrió y me mostró su pase de abordar, confesando que había cambiado de sitio:
-Hace demasiado que no hablaba con un padre -me vio con una confianza inmerecida.
Había escrito para mí un artículo de fe.
Jordi Soler
Como me pasa siempre, salí del mar con la sensación de haber estado en contacto con la madre de todo, como si al nadar en las aguas del Océano Pacífico el cuerpo hiciera un reset. Con este pensamiento romántico salía del mar, cuando detecté que en el bolsillo de mi traje de baño había estado nadando conmigo mi iPod, esa máquina donde atesoro mi soundtrack personal, que desde luego no esta diseñada para las actividades acuáticas.
Por hacer algo que paliara mi preocupación, puse mi iPod al sol, y una vez que estuvo seco, limpié los rastros de sal que tenía por todos lados y, como acto final, expulsé un vaho sobre la pantalla y le pase encima amorosamente mi camiseta, como hago dos veces al día con mis gafas de miope. Luego, atrapado por un suspense asfixiante, me puse los audífonos y traté de echarlo a andar pero la máquina estaba muerta, o quizá sea mejor decir que estaba ahogada.
El accidente era una catástrofe porque estaba, y todavía estoy, en una playa a catorce horas de avión de los archivos de mi iPod y por tanto estaba condenado a pasar el resto de las vacaciones sin música, sumido en un silencio propicio para la reflexión y para la más profunda melancolía. Aunque es verdad que, como dijo un poeta amigo mío: "si te toca llorar, es mejor frente al mar".
Regresé a la casa y, por hacer algo, conecté el iPod a un enchufe, basado en la idea, que era más bien un deseo desesperado, de que a lo mejor el agua del mar había anulado, con su increíble vitalidad, la carga de la batería. Después me bañé pensando en posibles remedios, la reflexión y la melancolía contra una visita intempestiva a una tienda de discos, y en esas estaba cuando salí del baño y con la toalla a la cintura toqué el iPod y se encendió la pantalla, exclusivamente la pantalla sin ninguna letra, caracter o dibujito que indicara su estado de salud. Enchufé los audífonos y comprobé que el ahogado había resucitado y que seguía tocando música, a un volumen mucho mayor que el que tenía cuando era un iPod vivo, pero sin ninguna información sobre las canciones que iba tocando, la pantalla estaba, y sigue estando, en blanco, y la máquina iba tocando la música que le apetecía, iba haciendo un shuffle caprichoso que a veces tocaba tres canciones seguidas de un mismo autor, y a veces repetía, y todavía repite, media docena de veces la misma canción.
Porque era todo lo que podía hacer, seguí oyendo el iPod sin saber qué canción venía y a veces no recordando el título y el autor de la canción que había programado. Al día siguiente ya había comenzado a gustarme la nueva personalidad de mi iPod que era, ni más ni menos, una personalidad clásica que se empeñaba en que su dueño oyera la música como se había oído toda la vida antes del iPod: con los oídos y sin información visual que matice la experiencia, igual que tocaban la música sus ancestros, su abuelo el LP y su abuelita la radio, y visto así no me importó nada, e incluso me gusta mucho, tener un iPod resucitado que dejó en el mar lo que no iba con su pedigrí. Pero lo que ha empezado a suceder ahora tendré que digerirlo, pues el iPod, dentro de su shuffle arbitrario, incluye canciones que, estoy herméticamente seguro, nunca programé. Hace unos minutos, por ejemplo, tocó cinco canciones: This is the sea, Cuando el mar te tenga, Mar adentro en la sangre, Sea of love, Sobre las olas.
Pasada un poco la vorágine laboral, de regreso en casa y enmedio de la noche me pregunto de qué va todo esto. Me refiero a escribir aquí y tal. Recuerdo que este blog comenzó como muchos más: por motivación de leer a otros. Bueno, atrás también había una historia de publicaciones en revistas propias y ajenas, así como también cierto gusto por leer. Leer y escribir. Algo que nunca terminamos de aprender.
Así es. Esta edición de la tradicional publicación de los viernes se realiza desde el mismísimo centro de turbulencia, agitación y estrés del PIG. Aquí estamos, casi en la orilla, pero también a punto de ahogarnos.
A mí lo que realmente me sorprende es que a día de hoy, 23 de agosto de 2007, es decir más de 45 años después de la primera noticia referente a la existencia de un grupo de mozuelos británicos llamado The Rolling Stones, sigamos teniendo notas periodísticas de sus integrantes y, sobre todo, de que están en activo dando conciertos no sólo en su ciudad, Londres, sino en Europa y en el planeta entero.
EN UN MUNDO POLÍTICAMENTE CORRECTO:
La prueba de publicación me convenció, aunque no del todo. No me gusta que aparezca al final del texto la publicidad del correo electrónico. Bueno. Algún precio se debía pagar por usar esta herramienta frente a nuestra incapacidad para ingresar a blogger.com desde el Ministerio.
Estoy haciendo unas pruebas para ver cómo funciona publicar desde este correo electrónico que no ha sido censurado por el Ministerio.
ASCENSIÓN MARCOS · ESPECIALISTA EN INMUNONUTRICIÓN
"El pesimismo abre paso a la enfermedad"
VÍCTOR-M. AMELA
La edad no importa. Nací y vivo en Madrid. Soy doctora en Farmacia, especializada en inmunonutrición. Soy profesora de investigación en el CSIC y presidenta de la Sociedad Española de Nutrición. Estoy casada, y sin hijos. Me tengo por más de izquierdas que de derechas. Soy católica no practicante. Aconsejo comer yogur cada día.
- ¿Qué es la inmunonutrición?
- Lo que comes y lo que bebes ¿cómo afecta a tu sistema inmunitario? En eso consiste la inmunonutrición, que es mi objeto de estudio.
- ¿Y qué es el sistema inmunitario?
- El conjunto de células y sustancias químicas que te defiende de los agentes patógenos que intentan colonizar tu organismo.
- Mis defensas contra la enfermedad.
- Tu barrera frente a bacterias, virus, células malignas... Si tu sistema inmunitario está bien modulado, detecta y elimina esos agentes patógenos. Pero si está deteriorado...
- ¿Caeré enfermo?
- Estarás más expuesto a infecciones e inflamaciones. Todos nosotros vivimos inmersos en un océano de virus y bacterias, ¡y no pasa nada! Sólo podrán dañarnos cuándo nuestro sistema inmunitario flojee.
- ¡Quiero tonificarlo, ya! ¿Cómo lo hago?
- Primero, practica ejercicio físico, pero que sea moderado, y de un modo regular. Porque si es intenso o esporádico, debilitará tu sistema inmunitario.
- De acuerdo.
- Segundo, trabájate para tener una actitud animosa, alegre, positiva ante las cosas, para tener ilusiones. Juega a algo, haz algo que te guste. Yo juego a tenis y bailo.
- Ajá. ¿Y qué tiene todo eso que ver con mi sistema inmunitario?
- Está demostrado que la alegría, la risa, el buen humor, el buen ánimo... ¡lo fortalecen! La tristeza, el pesimismo, la depresión... ¡abren la puerta a la enfermedad!
- ¿Qué tipo de enfermedad?
- Cualquiera: de una faringitis a un cáncer. Hoy sabemos que hay casos de cáncer derivados de angustias, estrés, penas agudas experimentadas en algún trance de la vida... El organismo interpreta que debe defenderse de algo ¡y produce células desordenadamente!
- Lo psíquico y lo físico, de la mano, ¿eh?
- Casi todo es psicosomático, sí. El psiquismo altera el sistema inmune: puede tonificarlo o puede deprimirlo. Las situaciones de tensión nerviosa o de estrés, por ejemplo, resultan inmunosupresoras.
- Esta palabra me ha recordado el sida...
- El VIH es un virus que suprime el sistema inmunitario de la persona. Y, así, su organismo puede sucumbir a cualquier invasión.
- Es como un estrés a lo bestia...
- También los periodos de menstruación debilitan el sistema inmune... Y por eso pueden aparecer herpes labiales en esos días. A mí me pasa...
- Resumo: ejercicio, optimismo ¿y qué más?
- Y alimentación adecuada.
- ¿Hay alimentos inmunosupresores?
- Sí. Los ácidos grasos saturados: las grasas de carnes rojas, para entendernos... ¡Reduce su consumo! Y también las costras de las frituras, los rebozados...
- ¿Y qué debo comer para reforzar mi sistema inmunitario?
- Prebióticos y probióticos.
- Traduzca.
- Son los alimentos que fomentan una flora intestinal rica. La flora intestinal consiste en las bacterias que posibilitan la absorción de nutrientes desde el intestino hacia el organismo. Si esa flora trabaja bien, ¡tu sistema inmunitario se mantendrá en forma!
- Dígame qué alimentos son esos, por favor.
- Las fibras (son los prebióticos) y los fermentos lácticos (son los probióticos).
- ¿Y en qué alimentos están las fibras?
- En frutas, verduras, legumbres y cereales. Combínalos para ingerir al menos 30 gramos de fibra cada día: eso regulará tu intestino, que así funcionará bien.
- ¿Y qué son los fermentos lácticos?
- Los yogures. Quien come un yogur al día de modo regular, está nutriendo su sistema inmunitario.
- ¿Por qué?
- Porque el yogur contiene dos bacterias lácticas (Lactobacillus bulgaricus y Streptococus termophilus)que estimulan la función de los linfocitos. Los linfocitos son un tipo de leucocitos (glóbulos blancos) que son los soldados de nuestra barrera inmunitaria.
- ¡Prometo comer un yogur cada día!
- Bien hecho. Y si además porta Lactobacillus casei,¡mucho mejor!: es una bacteria que potencia la acción de las otras dos. Mientras la ingieras, reforzarás tu flora intestinal.
- Prepáreme un menú inmunosaludable.
- Ah, me gusta eso de inmunosaludable...Veamos: de entrada, come de todo, variado y en cantidad moderada. Pero imponte esta norma: cómete tres piezas de fruta al día y un yogur diario. Ah, y frutos secos, y en especial nueces. Yo me como tres cada día.
- ¿Por qué?
- Porque aportan mucho omega 3 (como el pescado): son ácidos grasos que refuerzan el sistema inmune contra las inflamaciones.
- ¿Y qué debo beber, doctora?
- Cerca de dos litros de agua al día. Y, en adultos, un vasito de vino al día es saludable. Hoy sabemos que una cerveza diaria, al cabo de un mes, refuerza el sistema inmunitario: aporta fibra, vitamina B y antioxidantes. Al cabo, vino y cerveza son dos fermentados...
- ¡Viva las bacterias! Los antibióticos ¿destruyen las bacterias de la flora intestinal?
- Sí. Si sigues mis consejos, difícilmente tendrá infecciones tan fuertes que necesiten de antibióticos. Pero si un día tienes que tomarlos, come a la vez tres o cuatro yogures diarios. Durante el tratamiento y después de él: paliará esa destrucción de flora intestinal.
- ¿Algún otro consejo, doctora Marcos?
- El sistema inmunitario también envejece... Así que cuanto mejor lo cuides y nutras durante tu vida, ¡más años él te protegerá a ti!: durante más años vivirás sano.
Este lunes ha estado bastante movido y no sólo por el asunto trillado del regreso a clases de los críos, sino por el ya consabido tema del PIG aunado a algunas experiencias semi intensas del fin de semana.
Pues se acabó, hoy a media noche estaré viajando de regreso al altiplano.